miércoles, 8 de agosto de 2012

Cap. 4: Buscando


La policía se llevó a Luís a comisaría, donde prepararon una interrogación para aclarar el misterio. Luís se sentó en una silla, cuando apareció un cuarentón vestido con el uniforme de policía, su pelo era negro, corto y encrespado, con algunas canas, tenía una barba de tres días. Dejó sobre la mesa una carpeta con informes del caso y se sentó frente a Luís.
-Veamos… Luís Porter Codina. Tutora legal: Carmen Codina Hernández. Residencia: Barcelona. Residencia del tutor legal: Madrid –el policía miró de reojo a Luís– ¿y eso?
-… –Luís suspiró y respondió– Mi padre me trajo aquí hará unos cinco años. Como era un alcohólico era yo quien le cuidaba.
-En el informe consta como fallecido. Motivo: accidente de coche.
-Así es… aquella noche había sido escogido para que condujera de vuelta, pero se pasó con las copas y… en definitiva, me independicé y decidí quedarme aquí.
-De acuerdo, todo en orden. Si no le importa, Luís, empezaremos con el caso. ¿Dices que conocía a ese hombre?
-En efecto, el otro día volvía de Francia y hablé con él. Tras eso desapareció
-Dígame, Luís, ¿qué le dijo exactamente?
Luís pensó un buen rato antes de contestar, pensó que era mejor omitir la parte relacionada con Slender, o lo tomarían por loco.
-Lo cierto es que el hombre estaba desquiciado, incluso tenía la intención de suicidarse con un revólver. Estaba obsesionado con que “algo” le perseguía, estaba completamente paranoico. Después de la conversación fui a  avisar a un vigilante que había  en otro vagón, y al volver no estaba…
-Hum… todo lo que dices encaja en el informe, se tendrá en cuenta tu testimonio. Y lo cierto es… que dejando de lado las pruebas forenses que debemos hacer aún, todo indica que podría tratarse de un suicidio… hace diez años murió la esposa de ese hombre, desde entonces ha presentado muchos síntomas de locura. En fin, gracias por su ayuda, Luís –ambos se levantaron y el policía le abrió la puerta a Luís, pero este esperó un  momento antes de salir.
-dígame, el hombre se llamaba por casualidad… ¿Jacques Gilbert? –el policía se sorprendió mucho al oír aquel nombre, se quedó pensativo unos instantes y se puso serio.
-No. Su nombre era Frederick Gaspard. –Luís abrió los ojos como platos al oír el apellido “Gaspard”
De pronto, oyó a lo lejos una voz familiar. Resonaba en la recepción de la comisaría.
-¡Déjenme pasar! ¡Está ahí mi padre, ¿verdad?!
Luís salió del despacho del policía y fue a la recepción a ver qué ocurría, allí vio como Jacob Gaspard trataba de pasar, con dos policías impidiéndoselo.
-Tranquilícese, le atenderemos más tarde.
-¡¡No, allí está mi padre y lo sé!!
Luís se dio cuenta de que uno de los dos policías era quien se lo llevó cuando encontraron el cadáver, avanzó hacia ellos y trató de pararles.
-¡Es mi amigo, puede pasar! –el policía vio a Luís y asintió.
Jacob se acercó a  Luís y este le miró en silencio. Jacob le miró de reojo, inseguro, Luís negó con la cabeza y puso la mano sobre su hombro, no era necesario decir más. Jacob asimiló lo que sucedía y abrazó a Luís mientras lagrimaba. Luís alargó el abrazo un buen rato, le recordó al día en que perdió a su padre, en una situación muy semejante. Luís tuvo la… “suerte” de que nunca se llevó bien con su padre, pero la tristeza de Jacob y su afán por encontrarle demostraban su amor.
Mientras la policía hablaba con Jacob, el inspector que atendió a Luís volvió y le puso la mano en el hombro a Luís
-Mira, chico… quiero que sepas que, si tienes cualquier problema… pregunta por el Inspector Rafael Rodríguez, di que son asuntos familiares.
El Inspector Rodríguez se alejó dejando a Luís extrañado, dedujo que el caso le había interesado de alguna manera. Luís miró el pensativo el pasillo por donde se había ido el Inspector Rodríguez, buscando la relación entre aquel hombre y todos aquellos acontecimientos. Jacob salió de la interrogación, miraba al suelo callado y se sentó en un banco. Luís se sentó a su lado y trató de animarle.
-Lo siento muchísimo, Jacob… –Jacob seguía callado, mirando al suelo– si quieres… puedes quedarte un tiempo en mi apartamento.
-M-muchas gracias, Luís… pero no quiero estorbarte.
-Tranquilo, siento… la necesidad de ayudarte. Hasta que vuelvas a Francia puedes quedarte por aquí, hasta que se aten cabos en el caso.
- *snif* Gracias, Luís. –Jacob se levantó y Luís le acompañó hacia la salida– Luís…

-¿Si, Jacob?
-¿Crees que mi padre se suicidó de veras?
-… –Luís calló un rato, pensando que contestar– lo cierto es que no lo sé. Pero no le des más vueltas a su muerte, puedes hablarme de él en el apartamento.
Luís fue hacia su coche, que había sido cogido por la grúa y llevado a la comisaría en busca de posibles pruebas. Un policía le dio las llaves y se subió con Jacob. El camino transcurrió en silencio, Jacob todavía lo asimilaba, Luís sabía la verdad, sabía quién era el asesino… pero no podía decírselo a su amigo. ¿Cómo se le puede decir a un amigo que su padre ha sido asesinado por un ser como Slender? El coche llegó al portal.
-Aquí es… –Luís y Jacob subieron al tercer piso y entraron en el caótico apartamento– ya sé que no está muy ordenado, pero se puede vivir e él.
-¿¡Pero esto que es!? ¿Cómo puedes vivir así?
-¿Ocurre algo? –dijo Luís, viendo como Jacob empezaba a recoger la ropa
-Odio el desorden, ¡dime donde está la lavadora y el armario y empiezo a recoger!
-Jeje… –Luís sonrió al ver a Jacob distraído con algo que no fuera la reciente muerte de su padre.
Pero algo seguía distrayendo a Luís, había tres misterios: Porqué Slender mató a Frederick Gaspard, porqué se había manifestado ante Luís en aquellas ocasiones, y por último… ¿Qué relación tenía el Inspector Rodríguez en todo esto, como para interesarse en el caso hasta el punto de considerarlo, “asuntos familiares”?

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