martes, 30 de abril de 2013

Cap. 22: La Catedral de las Pesadillas [Final]


Todos los coches patrulla llegaron frente a la fachada de la Sagrada Familia y formaron una barrera de coches. Todo policía comenzó a movilizarse para bloquear las salidas del recinto.
-¡Inspector, no saben a lo que se enfrentan, debe escucharme! –le suplicó Jacob, pero este no hizo caso y salió del coche, dando órdenes a los demás policías.
Jacob pudo oír cómo se acercaba un camión de bomberos, alertados por el ruido de la zona en obras al derrumbarse. Aprovechando que el Inspector estaba distraído, Jacob trató de coger las llaves de las esposas que había en la guantera del asiento delantero, tratando de no alertarle.
De pronto, todos los aparatos eléctricos comenzaron a parpadear o hacer interferencias. Las luces que iluminaban la catedral explotaron al unísono, y los comunicadores de la policía emitían ruidos extraños. El helicóptero de SCP llegó a tiempo para sobrevolar la zona, cuando encendió un foco que iluminó la fachada.
-Narváez, quiero saber por qué se ha ido la luz. –Jacob logró coger las llaves y, al fin, librarse de las esposas– llama al servicio técnico, o…
-¡Inspector, mire eso! –El Inspector Rodríguez volvió la mirada a la fachada, para ver que el foco del helicóptero iluminaba a un ser deforme y pálido.
Tenía forma humana, pero de su espalda salían decenas de tentáculos que se aferraban a la pared. Uno de ellos sujetaba a Luís del cuello. Llevaba traje, el cual estaba descosido y roto. Su rostro no tenía ojos ni nariz, sólo una enorme boca que, al abrirla, era tan grande cómo su cabeza. La boca no tenía dientes, ni carne en su interior, sólo una masa pálida que se enganchaba entre los labios superior e inferior.
El Inspector vio, anonadado, al mismo ser que, cuarenta años atrás, se había llevado a su hermano. Se quedó totalmente en shock, un policía le pedía que le dijera que hacer, pero no podía hacer otra cosa que observar cómo el ser emitía un gemido agudo, propio de un monstruo. Jacob se escabulló para coger un hacha del camión de bomberos y fue rápidamente hacia las obras del lateral. El Inspector, al verle, trató de frenarle.
-¡No, chico, no vayas, es…! –pero fue inútil, Jacob ya había logrado colarse en las obras. Rodríguez tomó unos pocos cargadores de la guantera del coche patrulla y recargó su pistola, yendo a paso firme hacia la catedral.
Jacob subió por las escaleras de caracol por la torre, hasta llegar a la zona que estaba siendo restaurada, y subiendo a las plataformas metálicas, cubiertas por la red característica de este tipo de obras. Al otro lado de la plataforma, estaba Luís sentado en el suelo, apenas podía abrir los ojos. Rápidamente Jacob se arrodilló frente suyo para ayudarle.
-¡Luís, menos mal! ¿¡Estás bien!?
-¡¡No, Jacob… es una…!!
Jacob sintió un gélido aliento en su nuca, al girar el cuello a su izquierda, vio el rostro de Slender camuflado entre las sombras, y decenas de tentáculos comenzaron a agarrar sus extremidades. Jacob sintió los susurros penetrando en su mente, mientras Slender comprimía todo su cuerpo lentamente. De pronto, una lluvia de balas hizo gemir a Slender, soltando a Jacob y Luís.
-¡Rápido, salid de aquí! –les exclamó Rodríguez, mientras disparaba sujetando el arma con las dos manos.
Jacob cogió a Luís y volvieron a las escaleras para bajar, cuando oyeron un golpe, y al girarse, vieron la mano del inspector sobre el suelo. Slender apareció de nuevo para perseguirles, los chicos trataron de escapar, pero fue completamente inútil, pues Slender les agarró a ambos y cubrió sus mentes de voces y gritos, mientras su vista se nublaba, pudiendo ver únicamente un denso vapor.
Jacob abrió los ojos gracias al sonido de los disparos, y pudo ver que se encontraban en el interior de la catedral, en la inmensa sala, llena de columnas altísimas, vidrieras y esculturas de piedra. La luz del edificio se había ido, la poca luz que entraba era la del foco entrando a través de las coloridas vidrieras. Jacob vio que a un extremo de la sala estaba la moto que Luís había estrellado, en el suelo.
Dos agentes de SCP ametrallaban a Slender con armas militares. Slender lanzó a los dos chicos a extremos opuestos de la sala mientras se deslizaba entre columnas para agarrar a los dos agentes y lanzarlos contra la pared, hasta que estuvieron lo suficientemente indefensos para atravesar sus pechos con los tentáculos. Jacob se levantó con las fuerzas que le quedaban y corrió hacia Luís, pero Slender le barró el paso. Intentó volver a tomar su cuerpo para atravesarle con un tentáculo, pero Jacob los cortó con el hacha, haciendo que Slender volviera a gemir de dolor, abriendo su gran boca. Al caer al suelo, Jacob comenzó a arrastrarse, hasta tocar la pared con la espalda. Slender estaba a punto de abalanzarse sobre él, pero varios balazos le detuvieron.
El Inspector Rodríguez, cubriéndose con la mano una herida en su estómago, vació un cargador contra el ser mientras se acercaba a Jacob. Luís abrió los ojos para verlo, y con las mínimas fuerzas que le quedaban metió la mano en su chaqueta.
-Haz lo que tengas que hacer, yo me encargo de él. –Jacob asintió y se puso de cara contra la pared,  mientras sacaba la Cura y, nerviosamente, la introducía en la jeringa, pero sus manos temblaban y le resultaba imposible acertar, derramando liquido en el suelo. El inspector vació todos sus cargadores, y miró a su alrededor buscando otra arma. Al ver el cadáver de un Agente SCP en el suelo, con su rifle militar al lado, se lanzó a cogerlo, y, en el suelo, al girarse de nuevo, Slender estaba encima suyo, abriendo su escalofriante boca muy cerca de su cara– No te perdonaré lo que le hiciste a mi hermano… –dijo, metiendo el rifle en su boca– Debiste matarme cuando pudiste, ahora te arrepentirás. –Apretó el gatillo, atravesando su boca a base de balazos. Viendo cómo el ser se retorcía de dolor, volvió a Jacob para protegerle.
Este, por fin, había logrado meter la cantidad máxima en la jeringa, y se levantó para preparar la aguja. Slender aceleró contra el Inspector mientras este le disparaba con el rifle. Antes de que Jacob pudiera girarse, notó un chorro golpeando su espalda, y la pared llena de sangre. Al girar la cabeza, vio un tentáculo de Slender atravesando el pecho del Inspector, quien soltó el arma y miró a Jacob con los ojos abiertos por completo. Cuando Slender retiró el tentáculo, el cadáver del inspector cayó al suelo, inerte.
Slender agarró los brazos de Jacob para lanzarle al centro de la sala. En el suelo, Jacob sacó el revólver de su padre, al cual le quedaban dos balas, para defenderse de Slender. Cuando estaba ya muy cerca, gastó una de ellas, que impactó en su hombro. Slender agarró a Jacob de nuevo y tomó el revólver para lanzarlo al otro extremo de la sala, dónde Luís seguía en el suelo, al lado de la moto. La masa viscosa y pálida comenzó a cubrir de nuevo la boca del ser, sellándola por completo. Jacob logró liberar su brazo derecho para clavar la aguja en su frente, pero esta se torció al intentarlo. Los tentáculos agarraron por todas partes a Jacob, y uno de ellos apuntó a su pecho.
En ese instante, una luz iluminó a Slender, mientras sonaba el ruido de un motor. Luís, subido en la moto de Emilie, disparó la última bala del revólver, impactando en la frente de Slender y haciendo que soltara a Jacob. Luís aceleró, impactando de nuevo contra Slender, quien seguía en shock. En ese momento, sacó la aguja con la Cura y la clavó en el agujero creado por la bala, introduciéndola en su cerebro.
Luís saltó de la moto para ver a Slender impactando contra una columna, con la aguja clavada en su cabeza. Comenzó a salir de su cabeza un vapor que tomó la forma de un niño. Luís y Jacob notaron un grito en su mente, antes de que saliera un vapor de sus frentes y volviera al fantasma de Loik Kernaboyl, quien poco a poco se esfumó en el aire.
Jacob se arrastró hasta Luís, para darle un fuerte abrazo. Poco tardó en llegar la policía, y movieron a Luís a una camilla y le subieron a una ambulancia. Su pierna estaba rota y tenía heridas por todo el cuerpo. Jacob se acercó a él, tapado con una manta.
-Parece que todo ha terminado… -le dijo suavemente, mientras miraba la policía llevándose los cuerpos y acordonando la zona.
-El juego de Slender ha terminado… no volverá a llevarse a nadie más…
-Y todo gracias a ti, Luís. Me gustaría que todo volviera a ser como antes.
-Sabes tan bien cómo yo que eso no puede ser así. Pero esto es un comienzo de cero. –Los médicos volvieron, cerrando las puertas de la ambulancia– Me alegra haberte conocido, Jacob Gaspard. –La ambulancia comenzó a alejarse, para ir al hospital.
Jacob se quedó sentado sobre un coche de la policía. Mientras veía cómo los dos Agentes de SCP se llevaban el cadáver de Slenderman en su helicóptero.
-Lo mismo digo, Luís Porter Codina…

sábado, 27 de abril de 2013

cap. 21: La Decisión


-¿¡Dónde está el Agente Dominique Romero!? –le preguntó uno de los Agentes SCP a Jacob.
-Me temo que ha muerto…
-Entonces tú debes de ser uno de los dos compañeros de los que nos habló.
-El otro no está aquí, vengo sólo… debemos evacuar antes de qué... –Jacob dudó si seguir hablando, mientras los agentes se miraban entre ellos– Mirad, sé que es difícil de creer, pero Romero seguía la pista de un ser paranormal llamado Slenderman. Mi amigo Luís y yo fuimos protegidos por Romero, pero el ser nos ha atacado. ¡Creedme…!
-Tranquilo chico, te creemos. –dijo uno de ellos, dando la orden de moverse hacia las escaleras.
-¿¡En serio!? –exclamó Jacob, algo entusiasmado.
-Chaval, si pertenecemos a la “Sociedad de Control Paranormal” es por algo… -dijo uno de ellos, de voz algo más aguda. Jacob se extrañó al oír un nombre diferente al que DR le dijo.
-Félix, será mejor que cierres el pico… -le dijo su superior, a lo que el chico bajó la cabeza. El hombre tomó un walkie-tolkie de su cinturón– Unidad H-047, aquí Alfa Romero, necesitamos que aterrices en el Helipuerto de la azotea de inmediato.
-“Recibido, en cuanto termine el reconocimiento. Corto.” –El grupo subió hasta la azotea del laboratorio, dónde podían ver el helicóptero iluminando toda la zona con un foco. El helicóptero se acercó para aterrizar sobre el helipuerto, pero comenzó a tambalearse.
-Unidad H-047, ¿sucede algo?
-“¡¡Mi cabeza… argh!! ¡Los controles no funcionan y… Y…!”
-¡Es Slender…! –avisó Jacob, quien observó aterrorizado, cómo el helicóptero comenzaba a tumbarse más y más.
Pero de pronto, Jacob escuchó el ruido del motor de una moto. Al asomarse para ver el suelo pudo ver a Luís, subido en la moto de Emilie, saliendo por un túnel del laboratorio. Inmediatamente después, una nube de vapor salió del helicóptero para perseguir a Luís.
-“He recuperado los controles… Aterrizaré de inmediato. Corto.”
Jacob siguió mirando hacia el camino de tierra por el que Luís había atajado, trató de deducir a dónde se dirigía, pero uno de los SCP le llamó.
-Vamos, chaval, tenemos que largarnos ya de aquí. –Jacob vaciló uno segundos, antes de girarse para ir al helicóptero.
Luís sabía que tenía el combustible justo para llegar a su destino. Pero más le preocupaba la alarmante presión que ejercía Slender en su mente. Trató de aguantarlo y seguir por la carretera. Los susurros se habían convertido en voces, que seguían hablándole en aquel extraño idioma, induciéndole a hacer cosas horribles. Su mente era torturada con imágenes de cadáveres, sangre, el miedo personificado en sombras que le perseguían…
Jacob subió al helicóptero mientras este comenzaba a despegar.
-El agente Romero nos ha autorizado para llevarte a dónde desees. Dinos, chico, ¿dónde vamos?
-Hemos de ir lo más rápidamente posible a Barcelona. Sé que está lejos, pero si queremos detener a ese ser es preciso que lleguemos lo antes posible.
Las voces hablaban en un idioma que Luís no entendía, pero parecía que poco a poco adquirían un sentido. Podía oír y entender lo que le decían, o lo que le inducían a hacer. Luís trató de no ceder, pero la presión era demasiado fuerte. Inconscientemente seguía conduciendo la moto, pero las voces habían comenzado a sobreponerse al ruido del motor, y oía sus latidos cómo si fuera a estallarle el corazón.
Pasó más de una hora, cuando el Inspector Rodríguez, quien fumaba un cigarro en el balcón de su apartamento recibió una llamada.
-Espero que sea importante…
-Inspector, un helicóptero pide permiso para aterrizar en el helipuerto de la policía, y parece que… ¡tienen a uno de los dos rehenes que buscábamos!
Inmediatamente, Rodríguez lanzó el cigarro y volvió al interior de su apartamento, sólo para coger su arma y bajar rápidamente. Con su coche fue raudo hasta el helipuerto, justo a tiempo para ver el helicóptero militar aterrizando, y un par de coches patrulla. En cuanto Jacob y los tres agentes de SCP bajaron, el Inspector se dirigió hacia ellos.
-¡Tú, dónde está Luís! –Dijo, agarrando a Jacob de la camisa, sólo para girarse hacia los agentes, cubiertos por completo con los trajes negros– ¿¡Y vosotros quien diantres sois!?
-Señor, pertenecemos al grupo militar europeo SCP. Secure, Contain and Protect. –dijo el cabecilla, de nuevo, nombrando a la organización de otra manera.
-¡No me consta la existencia de tal grupo, pero tenéis a un supuesto rehén que llevamos días buscando!
-Inspector, podemos explicar todo esto, pero ahora hemos de ayudar a Luís.
-¿¡Dónde está!? –dijo, justo antes de que viniera otro policía y llamara a Rodríguez.
-Inspector, el sospechoso Luís Porter Codina ha sido visto entrando en Barcelona subido en una moto. Va a gran velocidad y no atiende a la policía.
-¿¡Qué!? Vosotros quedaos aquí, yo voy a por Luís. –dijo, dando media vuelta.
-¡No, debo ir con usted! –exclamó Jacob.
-Y desde luego que lo harás… –le contestó, agarrándole de un brazo y esposándole las manos– Estás detenido.
-Señor, ese chico está bajo la jurisdicción de SCP, no puede…
-Hasta que no se demuestre la existencia de ese “SCP” no podéis hacer nada aquí. Y ahora vámonos.
El inspector forzó a Jacob hasta el asiento trasero de un coche policial, y tras arrancarlo, encendió la sirena.
Luís por fin había llegado a Barcelona, pero no sabía del todo el porqué. Guiándose por su instinto, algo le atrajo hasta allí. Tal vez Rodríguez, el niño marcado por su hermano cuarenta años atrás. O tal vez el lugar de la muerte de la anterior víctima. Pero de todas formas, las voces seguían atormentándole. Luís ya podía comprender lo que le decían. “Muerte”, “Perdón”, “Sangre”, “Fue su culpa”, “Quiero morir”, “Ayúdame”. A medida que Luís seguía, comenzó a desarrollar inmunidad, y gracias a las sirenas policiales pudo mantenerse despierto para poder esquivar el tráfico y seguir en la carretera. A lo lejos vio la gran e imponente Sagrada Familia, con sus respectivas grúas de obras y plataformas de metal. Pudo oír la voz del inspector a través de un megáfono.
-“¡Luís Porter Codina, entrégate ahora o no tendremos más opción que abrir fuego!”
-¡Por favor, Inspector…! –le suplicó Jacob, pero el hombre no respondió.
Luís estaba llegando a las afueras de la gran catedral, cuando se vio rodeado de coches patrulla y tuvo que atajar a través de la acera. Comenzó a moverse de forma desordenada, tratando de escapar, cuando en el intento aceleró demasiado, chocando de lleno con las obras del templo, las cuales se derrumbaron, y Luís, junto con la moto, atravesaron las puertas de cristal que había a un lado. Cuando la policía llegó todo estaba lleno de polvo y escombros, pero aún se mantenía en pie la construcción.  Luís había desaparecido en el interior de la Sagrada Familia.

domingo, 21 de abril de 2013

Cap. 20 La Cura




Romero aguardaba en su estudio, siguiendo por su monitor cómo Luís y Jacob avanzaban. Y cuando por fin entraron en el campo magnético de El Núcleo, y estaban seguros, abrió las primeras compuertas del garaje. Rápidamente fue a las escaleras para bajar. Y Cuando Luís y Jacob ya llegaban al otro lado del largo túnel, Romero ya les abría las puertas para que entraran. No esperaron a aparcar correctamente, pararon la moto y se bajaron. Luís estaba mareado, todavía traumatizado.
-¿¡Estás bien, Luís!? –le preguntó Romero, ayudándole a caminar.
-Sí, sí… sólo un poco mareado, eso es todo.
-¿Y Emilie…? –Luís no pudo contestar, así que Jacob le dio la mala noticia. Romero no dijo nada y les acompañó de nuevo a las escaleras.
-Lo siento mucho por ella… pero no es momento de lamentos, hemos de desarrollar la cura lo más rápido posible.
-Slender… entró dentro de Emilie… nos dijo que nos mataría, y que ya tiene otro objetivo…
-¿Quién…?
-El Inspector Rodríguez…
-…Entiendo. En tal caso le llamaré yo mismo para que venga aquí, hemos de protegerle. –Los tres juntos llegaron a la gran sala blanca que daba al estudio de Romero.
– He avanzado bastante en el desarrollo de la Cura, en un par de días tendré…
De pronto, Romero escuchó un sonido proveniente de su estudio. Rápidamente se acercó para comprobar que sonaba una alarma.
-Es el radar… detecta el campo electromagnético de Slender, pero está… -Romero inmediatamente se giró para mirar a Luís y Jacob.
De pronto, de la boca de Luís salió una enorme nube de vapor que tomó la forma de Slender. Luís cayó al suelo desmayado y Jacob dejó ir un grito al verlo. Romero, quien ya se lo temía, se apresuró a presionar un botón de su estudio que dejó todo el laboratorio en estado de alerta. De los conductos de ventilación que había en las paredes y el techo, unos aspiradores comenzaron a absorber el aire. Romero comenzó a teclear un código mientras Slender corría tras él, pero no llegó a tiempo antes que El Núcleo liberara una onda electromagnética que evaporó a Slender, quien fue absorbido por los aspiradores.
-Bajad al sótano, quedaos en el Panel de Control del Núcleo. Yo estaré con vosotros lo más rápido que pueda. Sed rápidos, todo este sistema es provisional, no detendrá a Slender mucho tiempo… –Jacob asintió y levantó a Luís, quien comenzó a recuperar el conocimiento. Le ayudó a moverse hacia las escaleras.
-Jacob, yo… lo siento mucho…
-Tranquilo, amigo, todo irá bien…
Romero siguió en su estudio poco rato más, tecleando en el panel y recogiendo fotografías y documentos. Jacob, con Luís a cuestas, ya había llegado al Panel de Control, pero Slender se apareció delante suyo. Sin saber cómo reaccionar, sacó su revólver instintivamente, pero Luís trató de bajar su brazo.
-¡Recuerda que sólo tienes dos balas! –Jacob miró a Luís, cómo tratando de preguntarle qué hacer. Cuando los dos oyeron la voz de Romero al otro lado de la sala.
-¡La palanca de la derecha! –gritó. Jacob obedeció y, al bajarla, el Núcleo liberó otra onda que lanzó a Slender contra la pared, debilitándose, y dándole una oportunidad a Romero para llegar hasta ellos.
Romero pulsó un botón y bajó otras dos palancas, accionando un conducto que hizo el mismo efecto que los aspiradores de la sala superior. Slender fue absorbido hasta la enorme sala dónde estaba el Núcleo. Inmediatamente después, Slender trató de romper el cristal de un impacto.
-Los cristales no aguantarán mucho a este paso… Quedaos aquí, y si se rompe, dadle al botón rojo y a la palanca. –Romero siguió por el pasillo hasta llegar al laboratorio donde tenía todos los productos químicos. Todas las luces de la sala explotaron, soltando chispas, y los cables comenzaban a desprender electricidad por culpa de la presencia de Slender. Jacob observaba a Slender tras el cristal, cuando vio que Luís se caía al suelo, totalmente débil.
-¡¡Luís, aguanta!! –le dijo Jacob, sujetándole la cabeza y tratando de despertarle.
Romero tomó el prototipo de la Cura y lo introdujo en dos tubos de ensayo, los cuales tapó con dos corchos. Tras agarrar un par de cosas más y guardárselas en los bolsillos, recubiertas de papel para protegerlas, volvió al pasillo.
-¿Está bien Luís? –dijo, sin siquiera mirarle, yendo directo al panel.
-Está muy débil, la presión de Slender es muy fuerte, incluso yo puedo notarla…
-Entonces, cómo temía, una simple onda no bastará… Cuida de Luís, es hora de que me ocupe de Slender personalmente.
Romero entró a un pequeño pasillo de doble puerta, y tras teclear un código, entró en la enorme sala dónde el Núcleo giraba lentamente, emitiendo una leve aura azulada. Slender se daba cabezazos contra el cristal tratando de escapar. Sin demora, Romero fue directo hacia el control manual del Núcleo, pero Slender le barró el paso.
Jacob observaba, sujetando a Luís, como avanzaba Romero, desde el Panel de Control. Pero de pronto, Luís se lanzó a su cuello y trató de estrangularle. En el suelo, Jacob vio que los ojos de Luís estaban cristalinos, como los de un ciego. Trató de resistirse, pero Luís era muy fuerte para él.
Romero sorteó a Slender para acercarse más al control manual, pero este le agarró del pie con uno de los tentáculos y lo elevó, boca abajo.
Luís, poseído por Slender, seguía estrangulando a su amigo Jacob, cuando este le dio una patada y le giró, comenzó a golpearle en la cabeza para hacerle entrar en razón. Pero entonces Luís le empujó contra la pared y ambos se levantaron. En ese momento, Luís sacó su navaja y amenazó a Jacob con ella. Slender golpeó a Romero contra el suelo varias veces. A la cuarta, Romero miró fijamente a Slender y le clavó en el tentáculo una aguja con un líquido azul en su interior. Todo el cuerpo de Slender comenzó a temblar y a escocer, y sus tentáculos se evaporaron. Luís agarró a Jacob de la cabeza y se disponía a rajarle el cuello. En ese momento, Romero subió por unas pequeñas escaleras hasta el control del Núcleo, y se giró para ver a Slender en el suelo, tratando de llegar hasta el. Romero tuvo un momento de piedad, pero entonces golpeó uno de los botones, liberando toda la energía almacenada en el Núcleo, el cual liberó una onda electromagnética brutal. La onda destrozó el panel de control, lanzando a Luís y Jacob contra la pared y haciendo que perdieran el conocimiento.
Cuando Luís abrió los ojos, estaba cubierto de escombros. Se levantó con las fuerzas que le quedaban. Fue hasta Jacob y le levantó del suelo. En ese momento, le miró fijamente a los ojos y este le abrazó. Tras eso ambos comenzaron a buscar a Romero entre los escombros, hasta oír sus quejidos de dolor bajo varios cables y placas de metal.
-Cof, cof… ¿es-estais bien…? –dijo con un hilo de voz, a lo que los chicos asintieron. Romero tenía un cristal de las gafas roto, y goteaba sangre de su boca– He… explosionado el Núcleo. Eso debería bastar para que Slender desaparezca un buen rato…
-Vamos, Romero, tenemos que sacarte de aquí…
-No… mi camino ha terminado… -Romero sacó de su bolsillo dos recipientes con un líquido azul, y dos jeringas, ofreciéndoselo a los dos chicos– Esta es la Cura… no he logrado que transfiera el alma de Loik a otro cuerpo, pero… tendréis que matarle. Clavad la aguja con el líquido en su cerebro, es la única manera…  –en ese momento sonó una explosión y todo el edificio retumbó– No tenéis mucho tiempo, he llamado a un equipo SCP que tendría que venir pronto en helicóptero. Subid al tejado, les he dicho que os lleven a donde deseéis… Os ayudarán a vencer a Slender…
-No… no, por favor, Dr. Romero, no mueras… ¡¡no ahora!! –le dijo Luís, cogiéndole de la mano.
-Mi cometido ha terminado, debéis ser vosotros los que acabéis con todo esto… confío en vosotros…
Romero cerró los ojos y Luís soltó su mano. Tras unos largos minutos de silencio, se levantaron.
-Vamos, Luís, hemos de subir al tejado.
-No… esto tiene que terminar aquí y ahora. Yo me enfrentaré a Slender, diles que te lleven lejos de aquí.
-¡¡No, Luís!! ¡No pienso abandonarte ahora…!
-¡NO QUIERO QUE MUERA NADIE MÁS! –Le gritó, casi sollozando– Estoy harto… todas estas muertes… son todas mi culpa… Vete, por favor.
Jacob no pudo decirle nada, y dejó a Luís sólo. Comenzó a subir las escaleras, escuchando el ruido de un helicóptero rondando la zona. Cuando llegó al penúltimo piso pudo oír los pasos de los agentes de SCP. Al otro lado de un pasillo incendiado había un grupo de cuatro agentes, vestidos de negro, con chalecos y máscaras de gas.
-¡Eh, tu, quédate ahí, ahora venimos a buscarte!
Abajo, en el sótano, entre los escombros, Romero abrió los ojos con sus últimas fuerzas. Sacó de su bolsillo una fotografía.
-He hecho… lo correcto, madre. Ahora está en sus manos… –y, así, dejó ir un último suspiro, soltando la fotografía de su madre.

lunes, 15 de abril de 2013

Detalles: Capítulo 19

Próximamente:
-Cap. 20: La Cura.
-Cap. 21: La Decisión
-Cap. 22: La Catedral de las Pesadillas
-Créditos

Cap. 19: Fin del Juego


Romero llevó a Luís y Jacob hasta  un garaje donde sólo había un coche todoterreno y les dio las llaves.
-Recordad que es mi único vehículo, traedlo de vuelta.
-No te preocupes, volveremos en cuanto tengamos a Emilie con nosotros. –le contestó Luís, subiendo al coche.
-Procura no pensar demasiado en Slender ni que te afecte… y sobre todo, tened mucho cuidado.
-Tranquilo, no es la primera vez que nos enfrentamos a él, no habrá problema. –Luís arrancó el coche y lo condujo hacia un largo túnel.
-Eso espero… -Romero volvió al laboratorio para cerrar la entrada del túnel y abrir la salida, viendo por sus monitores como el coche salía en dirección a Font Romeu.
Nada más salir del alcance de El Núcleo, Luís sintió los susurros de nuevo como agujas en su cabeza. Jacob comprobó su revólver, aún quedaban tres balas. Cerró el tambor y se lo guardó bajo la chaqueta. En menos de un cuarto de hora llegaban a Font Romeu, un pequeño pueblo francés que subía por la ladera de una montaña. Luís aparcó entre unos árboles.
-Seguiremos a pie, no queremos que Slender nos estrelle otro coche…
Luís guio a su compañero subiendo por las calles, hasta llegar a la casa donde vivía Emilie. En seguida se percataron de que las luces de los alrededores de la casa parpadeaban o ya ni siquiera funcionaban. Luís y Jacob se acercaron al jardín y, con sumo cuidado, entraron en el garaje a escondidas, dónde aún estaba la moto de Emilie por reparar. Luís vio que las llaves estaban puestas, seguramente para probar si funcionaba. Lentamente se adentraron más en el garaje, encendiendo sus linternas. Luís fue directo a una puerta y la abrió con cautela. Detrás había un pasillo, y más allá sólo oscuridad. El pasillo seguía recto, pasando por puertas a diferentes habitaciones, y por las escaleras que llevaban al piso superior. Y cuando llegaron al final del pasillo iluminaron lentamente el suelo del comedor. Primero vieron manchas de sangre enormes en el suelo, poco a poco la luz avanzó dejando ver dos cadáveres en el suelo. Ambos tenían el pecho perforado. Luís sintió nauseas al verlo, no podía dejar de iluminarlos con la linterna, cuando Jacob le dio un leve codazo, para que mirara lo que él alumbraba.
Al otro lado de la sala, para horror de Luís, Slender los observaba, mientras uno de sus tentáculos se clavaba en la nuca de Emilie, la cual se mantenía flotando unos centímetros por encima del suelo, sujetada por el ser, con las cuencas de los ojos vacías, de las que todavía goteaban lágrimas de sangre. Luís al verlo se quedó totalmente paralizado y horrorizado.
-El juego… ha terminado –dijo Emilie, en castellano y con una voz casi robótica. Luís se mantenía, con los ojos empapados en lágrimas, mientras que Jacob temblaba de miedo– Habeis… tardado mucho… en morir… Las normas… del juego… han cambiado. El nuevo objetivo… ha sido… seleccionado… Rafael Rodríguez Gilbert… Ahora vosotros moriréis. –Jacob sintió un escalofrío por todo el cuerpo, pero se percató de que Luís levantaba la cabeza.
-No… no puedes cambiar las reglas a estas alturas… ¡NO AHORA! –Luís dio dos pasos hacia Slender, mirándole con furia y, a su vez, tristeza. –Todas estas muertes… ¿¡sólo por lo que te hicieron!? ¡¡Tu hermano Mikael te quería!! ¡Estaba haciendo lo mejor para los dos, él no tuvo culpa de nada! Fue el Doctor Romero quien… -Slender, furioso, liberó de su espalda una decena de tentáculos que apuntaron a los dos chicos. Jacob sacó inmediatamente el revólver– Por favor, Loik… esto ha llegado demasiado lejos… ¿¡Es que no existe ni siquiera una pizca de misericordia en tu mente!? –Entonces, Luís abrió los ojos como platos, cómo al percatarse de algo. Slender, retiró los tentáculos, pero temblaba, furioso– Es eso… ¡perdonaste al Inspector Rodríguez…! Él era cómo tú, ¡un niño que iba a ser condenado por los errores de su hermano mayor! Y por eso le perdonaste… ¿¡y ahora vas a acecharle de nuevo!? Sé que todavía existe un poco de humanidad en ti, Loik… Déjanos ir ahora, encontraremos una cura, ¡y entonces podrás volver a ser cómo eras! ¡Dejarás de ser un monstruo! –Slender hizo desaparecer los tentáculos y Luís notó que la presión en su mente disminuía.
-… No hay… vuelta atrás… Morireis. –Slender lanzó el cadáver de Emilie contra Luís, quien se agachó inmediatamente para esquivarla.
Comenzaron a correr de nuevo al pasillo, perseguidos por Slender. Luís paró en seco para ver el cadáver de Emilie, sintió la tentación de ir, de verla una última vez, pese a que sabía que sólo habría hecho las cosas aún más dolorosas. Entonces, Jacob apartó a Luís a tiempo para disparar a la frente de Slender, dejándolo inmovilizado, y se llevó a su amigo de vuelta al garaje, donde cerraron la puerta y la bloquearon.
-¡Rápido, debemos ir al coche!
-No, nos alcanzará antes de que lleguemos…
-¿¡Y que propones, Luís!?
Entonces, Luís miró a su alrededor, y vio la moto averiada de Emilie. Se subió y trató de hacerla arrancar. Podía oír cómo Slender trataba de tirar la puerta abajo. Jacob se dispuso a reprocharle algo a Luís, pero viendo que no había tiempo le ayudó a hacer arrancar la moto. Slender se convirtió en neblina y comenzó a colarse por debajo de la puerta, poco a poco se fue formándose su figura, a su vez que se abalanzaba sobre ellos. Cuando, por fin, la moto arrancó y ambos salieron disparados del garaje. Slender volvió a convertirse en neblina y se desplazó por el aire, persiguiéndolos. Allá dónde iban, las farolas se encendían y apagaban, y de los cables saltaban chispas. De pronto, Slender se apareció justo frente a ellos. Luís no frenó, por el contrario, aceleró, dispuesto a impactar contra él. Y en el momento del impacto, se volvió a evaporar, y los dos chicos volvieron a sentir unos chillidos en sus mentes.
Tras eso lograron dejar atrás a Slender, volviendo por el mismo camino, hacia el Laboratorio de DR. Pero, durante todo el trayecto, Luís estuvo llorando por Emilie. Pensando en que no podría volver a ver sus ojos, no podría volver a abrazarla, ni hablar más con ella. Luís se prometió a sí mismo, que esa sería la última vez que Slender se cobraba una vida.




viernes, 29 de marzo de 2013

Detalles: Capítulo 18

Tras mucho tiempo sin escribir traigo un nuevo capítulo bastante intrigante!!
No hay gran cosa nueva, excepto que en mi canal estoy haciendo la "Slender Week" Cada día de semana santa una versión de slender diferente.
http://www.youtube.com/user/LexioRules?feature=mhee
Aquí podreis ver los videos diarios.
Para los próximos capitulos tengo música y otras cosilias, pero nada especial x3

Disfrutad de la lectura y cuidaos!

Cap. 18: Cambio de Tornas





Habían pasado tres días desde la desaparición de Luís y Jacob, el Inspector Rodríguez, totalmente cansado de investigar, volvió a su apartamento para descansar. Dejó su gabardina en la percha y rápidamente se estiró boca arriba en la cama, solo para descansar unos segundos. Comenzó a pensar, en Luís y en Jacob, y cuanto más pensaba menos sentido le veía a su repentina huida. No podía entender que podía llevar a un chaval de veinte años secuestrar a otro chico. Había hablado con su madre y con todo el que le conociera, y todos coincidían en que nunca hizo nada sospechoso y siempre era agradable.
Rodríguez se levantó de la cama y fue hacia su mesa, donde había dejado una carpeta con detalles sobre el caso, fue a abrirla, cuando notó un pinchazo en su cabeza y tuvo que cerrar los ojos, apoyándose en la mesa, debido al dolor provocado. Comenzó a notar un  fuerte pitido en su cerebro que le torturaba.
-No… ¡Otra vez no…! –se dijo a sí mismo, presionándose la frente con la palma de la mano. Comenzó a oír los susurros de nuevo, aquellos susurros que le atormentaban desde que era un niño. Era un dolor insoportable que había sentido varias veces a lo largo de su vida. No entendía que eran aquellos susurros, que le decía. Pero sólo se planteaba una pregunta– ¿Porque…? ¿¡Porque a mí…!?
Lejos de Barcelona, en la frontera francesa, ya comenzaba a anochecer, mientras Luís, Jacob y Romero paseaban por aquellos pasillos blancos, conversando y explicando anécdotas. Pero, al pasar al lado del estudio del Doctor Romero, oyeron una voz saliendo de uno de los aparatos.
-“Doctor Romero, detectamos una anomalía electromagnética cerca de su posición. ¿Mandamos un helicóptero?” –Romero se acercó a oírlo de cerca, y apretó  un botón para contestarle.
-Tranquilos, lo tengo bajo control, es un experimento. –tras soltar el botón se dirigió a los dos chicos. –Los de SCP me tienen bien cogido, vigilan todos mis movimientos, me ha costado mucho que no supieran de la existencia de Slender…
-SCP era el grupo para el que trabajabas, ¿no? –preguntó Jacob
-Era el grupo para el que trabajaba mi padre, los que le proporcionaron este laboratorio. “Society Confidential of Paranormality”. Son como la CIA europea, para haceros una idea, solo que, honestamente, estos son más serios. Tienen toda la información confidencial que os podáis imaginar. Lástima que tenga prohibido daros detalles… Siempre detectan la anomalía que provoca la presencia de Slender, y se supone que mi trabajo es investigarla. Me proporcionan agentes para colocar cámaras, víveres para sobrevivir aquí dentro, y con una sola orden pueden evacuarme a donde yo les pida.
-¿Y que es esa anomalía, si se puede saber? –dijo Luís, intrigado.
-Cómo ya os dije, lo que vuelve a Slender inmortal es un líquido que se ha unido al ADN de su cerebro. Este “liquido” ahora está evaporado y es también lo que le permite desvanecerse a voluntad y hacer que los aparatos electrónicos dejen de funcionar. Los radares de SCP usan ondas electromagnéticas, que al chocar con este material crea esta anomalía.
-Pero dijiste que tu trabajo es investigarla… ¿porque te han llamado entonces?
-Desde que llegasteis, la actividad neuronal de Slender ha ido aumentando cada vez más. Se va moviendo, a veces en Barcelona, otras por los alrededores del laboratorio… pero parece que ahora se está concentrando en Font Romeu.
-Allí vive Emilie… -pensó Luís en voz alta, por error.
-Mientras no haya visto a Slender antes estará a salvo, Luís.
-Ya, lo se… Y aunque lo viera, a lo mejor hace una excepción.
-No, créeme, Luís –dijo, casi con una risa irónica –Slender no hace excepciones nunca.
-Y… ¿qué hay de Rodríguez? Él mismo me dijo que vio a Slender cuando era niño, antes de llevarse a su hermano.
-Pero eso resultaría… imposible…
-“Doctor Romero, la anomalía está muy activa, ¿seguro que podrás controlarla?”
-será mejor que os vayáis por ahora… -dijo Romero justo antes de volver a presionar el botón– Estoy tratando de detectar su núcleo, me llevará un rato…
Jacob y Luís volvieron a los pasillos dejando a Romero con sus asuntos, mientras conversaban. Jacob notó a Luís inquieto, temeroso de algo. A diferencia de él, que se había relajado en cuanto llegó, Luís estaba constantemente alerta, Slender le quería muerto para seguir con su juego.
-Puedes estar tranquilo, Luís… Slender no podrá entrar aquí, y Romero conseguirá hacer la cura, ya lo verás.
-No es eso lo que me preocupa… -Luís se apoyó en una ventana, viendo entre las montañas el ocaso, cubriendo el cielo con el manto de la fría noche– estoy preocupado por Emilie, y por el Inspector Rodríguez. Una vez traté de que Emilie me ayudara a investigar a Slender, y el propio inspector me contó que le vio de pequeño. ¿Y si les pasara algo?
-Slender está jugando con nosotros, seguirá sus propias normas, no les hará nada.
-Ellos dos… salen en mis pesadillas. Ambos, mueren. Es como si… estuviera conectado con Slender, o si estuviera viendo… el futuro. –Inesperadamente, Jacob abrazó a su amigo y le dio unas palmadas en la espalda.
-Es normal tener miedo, y más aún con todo esto. Hace dos días yo estaba muerto de miedo, pero tú me salvaste varias veces de ese… monstruo. Fuiste valiente, Luís, y no todos podemos decir eso. Quiero que sigas igual de valiente hasta que todo esto termine. ¿Me lo prometes? –Luís asintió, casi con los ojos empapados, cuando sonó su móvil. Sin demora alguna contestó.
-“Luís, tengo… mucho miedo. Están pasando cosas raras aquí” –decía la voz de Emilie al otro lado, sollozando.
-¿¡Emilie!? ¿¡Que ocurre, estás bien!?
-“La luz no funciona pero la tele se enciende sola y se apaga, hace ruidos raros, mi familia también lo siento, yo… no sé qué me pasa, es algo extraño… tengo miedo, Luís…”
-¡Tranquila, iré ahora mismo a buscarte! No te muevas de ahí, escúchame, mantén la calma. Te… te quiero. –no pudo evitar decir al final.
Tras colgar el teléfono volvió al estudio de Romero corriendo, le avisó de lo que escuchó en la llamada y este comenzó a analizar la anomalía de nuevo.
-¡Podemos ir a buscarla y traerla aquí! Estaremos a salvo hasta que todo esto termine.
-¡pero Luís, es muy peligroso salir ahora, está claro que es una trampa para matarte! Además, Slender no puede hacerle nada…
-Nada me impedirá salvarla de él. Iré a buscarla.
-Entonces iré contigo. Al fin y al cabo Slender te busca a ti y no a mi.
-De hecho, estoy empezando a dudar de eso –dijo Romero, recolocándose las gafas– La herida de tu brazo te la hizo Slender, tratando de agarrarte, ¿verdad? Si lo que Luís ha dicho es cierto y Rodríguez es una excepción, puede que Slender no siga una pauta tan fija después de todo. Si es capaz de hacer excepciones también es capaz de cambiar las reglas del juego. Tal vez todavía es algo “humano”. Creo que Slender se ha cansado de jugar, creo que quiere terminar el juego de una vez por todas y matará a todo el que se cruce en su camino.
-Entonces… ¿qué hacemos?
-Tal y como estoy avanzando en la cura, tardará todavía mucho. He creado un compuesto que podría matarle, pero no curarle… Id y salvadla, sé que, juntos, podréis. Os habéis enfrentado a Slender varias veces, podréis con esta y la traeréis aquí. Tras desinfectaros a los tres no habrá peligro.
-Gracias, DR.
-Sé rápido, Luís. Ella te necesita.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Detalles: Capítulo 17

Pues nada, otro capítulo de Slender: Secretos en las Sombras.
Profundizamos en la historia del Doctor Romero.

Aquí tenéis la web del nuevo juego "Slender: The Arrival", hechadle un vistazo!!
http://www.slenderarrival.com/

Cap. 17: La Noche de las Pesadillas

Luís sintió que su cabeza daba vueltas, mientras huía de las voces por un oscuro pasillo. La sombra de Slender le atormentaba allá donde miraba, y los susurros se volvían cada vez más y más fuertes, hasta que despertó. Eran las tres de la madrugada y llovía con fuerza. En una litera estaba durmiendo Jacob plácidamente. Tratando de no despertarle, Luís se levantó y se fue de la habitación a dar un garbeo y tranquilizarse. Sentía el corazón en el puño y un sudor frío le recorría todo el cuerpo. El Dr. Romero tenía razón, Slender estaba tratando de entrar dentro a través de él. Pero Luís sabía que podía resistirse, que podía soportar el dolor lo suficiente. Luís anduvo por los blancos pasillos de aquel edificio hasta llegar al vestíbulo, allí vio que la puerta del estudio de DR estaba abierta, y que él estaba dentro, frente a sus monitores. Se acercó a él sin dudarlo.
-Tú tampoco puedes dormir, ¿eh? –le dijo Luís, a lo que el hombre tardó en responder y no cambió su posición.
-Casi nunca lo hago… Me paso las noches en vela, investigando, buscando… pero nunca encuentro nada.
-Nos encontraste a nosotros. –le contestó, llevando su mano a su espalda y sonriéndole.
-Así es… es lo único de lo que verdaderamente estoy orgulloso. –Romero puso en su monitor una grabación– Me gustaría enseñarte esto.
 -“¿Señora Codina? Mi nombre es Rafael Rodríguez, soy inspector de policía. Sé que le resultará extraño, pero creemos que su hijo está metido en un buen lío.
-Mi hijo… ¿¡Que ha podido hacer Luís!?
-Dirijo un caso en Barcelona que podría inculparle… de un asesinato.
-¿¡Cómo!? ¡Eso es imposible, mi hijo no es…!
-Lo sé, pero… La cuestión es que ha escapado de la ciudad y no logramos localizarle, ¿es posible que le haya llamado a usted o pueda proporcionarnos una pista de dónde está?
-No… no, no sé nada de mi hijo desde hace semanas… -la madre de Luís hablaba entrecortada, se oía su llanto. Aún no podía creer lo que el Inspector quería decirle.
-… Disculpe las molestias. Si sabemos algo de su hijo se lo diremos de inmediato, ¿de acuerdo…?”
La llamada terminaba unos segundos después sin respuesta alguna. Luís se llevó la mano a la frente, apenado. 
-Tu madre está muy preocupada por ti, Luís. Y con razón. Procuremos que no tenga que llevar flores a ninguna tumba.
-A estas alturas… Me ha dejado de importar mi vida. –dijo Luís, casi llorando.
-Nunca digas eso, tu vida vale más que la de muchos otros, como la de uno mismo. Quiero darte esto. –Romero le dio un móvil nuevo a Luís– Sé que te llevas muy bien con esa chica de Font Romeu, mira, está conectada a tu chat. –Romero le enseñó cómo, en el monitor, su correo estaba abierto, y Emilie estaba conectada. Luís se lanzó al teclado para escribirle.
-Emilie, ¡cuánto me alegro de verte! –tecleó.
-¡¡Luís!! Has salido en las noticias, ¡¿dónde estás!?
-Metido en un lío, Emilie, pero no te puedo contar nada. –Romero vio como una sonrisa volvía al rostro de Luís y dejó que siguiera hablando con ella– Oye, tengo un número de teléfono nuevo, quiero hablar un momento contigo a través de él. –Tras mirar su teléfono y dejarle el número, ella le llamó y comenzaron a charlar– Mira, no puedo decirte que me está ocurriendo, pero te aseguro que podré arreglarlo con la policía. Sé que tú confías en mí, ¿verdad?
-Claro, claro, oye si necesitas ayuda… creo que no me importaría que vinieras a mi casa.
-No es una buena idea, lo siento. Pero cuando todo se arregle iré a verte. –Romero siguió con sus asuntos, mirando por las cámaras que todo anduviera correctamente.– Y por cierto, me he quedado sin coche, ¿me dejarías tu moto?
-Claro, pero… no sé si recuerdas que estaba estropeada, no logro arrancarla.
-Oh, vaya, entonces nada. Oye, te tengo que colgar, ¿vale? Mañana hablamos… ¡adiós! –terminó, colgando el móvil.
-¿Ves cómo hay un motivo para seguir viviendo? Todos tenemos uno. Y el tuyo no es solo esa chica, también lo son tu madre y Jacob, ¿no?
-Sí, la verdad es que tienes razón.
-No quiero que vuelvas a decir que no te importa tu vida. –Dijo Romero, acercándose al joven– Porque en tus manos también están la vida de muchos –y tras darle unas palmadas en el hombro, volvió hacia su estudio.
-¿Y cuál es tu motivo para vivir,  Romero?
-Ayudaros a vosotros, claro está –dijo, sentándose mientras limpiaba sus gafas.
-Quiero hacerte una pregunta de nuevo… ¿Qué le pasó a tu madre?
-… A veces los recuerdos son tan dolorosos, que es difícil recordar. –Y tras ponerse las gafas de nuevo, continuó– Fue hace más de 25 años, yo era muy pequeño cuando nos mudamos a la mansión. Mi padre se pasaba el día en el sótano, perfeccionando aquella máquina que me resultaba tan extraña… Así que no me relacionaba más que con mi madre. Era amable y gentil, me quería cómo a nada en el mundo. Pero un día, desapareció. Mi padre me dijo que un monstruo se la había llevado, y que por eso debíamos venir aquí. Con los años, me enseñó todo lo que sabía, me dijo que era Slender, cómo protegernos de él, por entonces yo tenía quince años. Pero había mentido. Slender no se había llevado a mi madre, lo había hecho mi padre. Un día, en el laboratorio, encontré una trampilla que llevaba a un sótano que no conocía. Y allí, congelada en una cámara de cristal, estaba mi madre, muerta. Mi padre, el Doctor Romero, se vio obligado a decirme la verdad. Cómo experimentó con ella… –los ojos de Romero se llenaron de lágrimas y le costaba continuar– Me dijo que le inyectó el líquido azul para mejorar el Núcleo, que era la única manera de que de verdad funcionara. Entonces me di cuenta de quién era el verdadero monstruo. Dos años después le envié una carta a Francisco Gilbert, la nueva víctima. Mi padre ya era viejo y le quedaban dos telediarios. Me lo había enseñado todo con tal de protegerme. Pero yo lo usé para que a nadie más le ocurriera lo que le pasó a mi madre o a Loik Kernaboyl. No quería más muertes. Traté de ayudarle, pero la obsesión de Francisco por demostrar la existencia del ser hizo que su hermano se convirtiera en el nuevo objetivo. Tras eso, su hijo, Jacques Gilbert, hermano del Inspector. Luego la amiga de Jacques, esa tal Diane, luego su hermana Elizabeth. Y por último su esposo, Frederick. Traté de ayudar a todos los que pude, y hasta ahora logré proteger durante diez años a uno de ellos. Pero jamás logré crear una cura. –Luís se limitó a mirarle, sin decir nada. Pero Romero calló un largo rato, tal vez sin saber que decir, o con un dolor tan fuerte que no se lo permitía– La próxima vez que quieras pensar en Slender, pregúntate quien fue el verdadero monstruo. Loik Kernaboyl no tenía culpa de nada, era solo un niño huérfano. Fueron Krabe y mi padre los que crearon aquel ser. Y es el cuerpo de Krabe al que os habéis enfrentado. Yo todavía tengo fe. Crearé una cura, y entonces, buscaremos un cuerpo donde Loik Kernaboyl pueda volver a vivir. 
-Sé que podrás hacerlo, Romero. Confío en ti.
 -No será fácil. Si mis cálculos no fallan, mañana tendré un líquido que, si se inyecta en su cerebro, debería liberar su “alma” y su cuerpo moriría. Pero ahora tengo que crear un compuesto que, no solo haga eso, sino que también pueda ser trasladado a otro cuerpo.
-Por favor, explícate.
-Puedo crear un líquido que lo mate, pero aún ninguno que lo cure…

viernes, 15 de febrero de 2013

Detalles: Capítulo 16

Buf, la tira sin publicar nada!! En un momento de inspiración pude escribirlo todo de una tirada, espero que os guste ^^
No hay muchas novedades, solo se resuelve el misterio de la identidad de DR, pero crea un par de preguntas más.
Aquí teneis un video mio jugando a Slender:
http://www.youtube.com/watch?v=DCKwExKgOj8
Echaos unas risas de paso :P

Cap. 16: DR



Luís volvió a abrir los ojos para ver con claridad a su alrededor. Notó una mullida almohada en su cabeza y una manta que cubría su cuerpo. Se destapó para verse con la camisa desabrochada y todas sus heridas curadas, vendadas y desinfectadas. Se levantó de la cama y se puso su chaqueta negra, que colgaba de una percha. Se dirigió a una pequeña ventana para ver que ya era de día, y reconoció el bosque por el que habían vagado la noche anterior. Notaba que entre aquellos arboles Slender aún acechaba, así que se apartó de la ventana para salir de la habitación y cruzó un largo pasillo blanco, hasta unas escaleras que bajaban hasta el primer piso. Todo tenía apariencia de hospital o laboratorio, con salas blancas, literas, salas llenas de estanterías con comida y agua para mucho tiempo… Luís caminó por aquel edificio un rato, sabiendo que todo estaba lleno de cámaras con las que DR le observaba. Ya en el primer piso, Luís llegó a una amplia sala donde pudo ver el pasillo por el que entraron. En aquella misma sala había salidas a varios lugares: Un pasillo, del que él venía, una puerta cerrada, y la que más le interesó; una puerta abierta a una sala oscura, solo iluminada por las pantallas de varios monitores que comunicaban con cámaras de seguridad, dentro y fuera del edificio. Tecleando, estaba DR de espaldas a la puerta, sentado sobre una silla. Luís se acercó hacia él lentamente, quería descubrir quién le había estado guiando todo este tiempo. Entonces, de la puerta cerrada salió Jacob, quien a ver a su amigo levantado de nuevo fue rápidamente hasta él.
-¡¡Luís!! –exclamó Jacob, llamando la atención de DR, quien miró atrás unos segundos. Luís le miraba seriamente, pero rápidamente fue distraído por su compañero– ¡Por fin te has levantado! Nos temíamos lo peor…
-Cierto es, llevas más de doce horas dormido, Luís. Tu ritmo cardíaco era alarmantemente bajo. –Luís se giró para ver al hombre que le hablaba. DR, con su bata de laboratorio, sus ojos verdes y pelo rizado, y sus pequeñas gafas, se acercó a él con una mano en el bolsillo y la otra se la ofreció en señal de saludo, y Luís aceptó– No nos hemos presentado. Me llaman DR, pero a estas alturas, puedes llamarme…
-Doctor Romero. –sentenció Luís. Romero compartió una mirada de complicidad e interés, mientras que Luís una mezcla de curiosidad e inseguridad.
-Jeje, has dado en el clavo. Pero prefiero que me llames Dominique Romero Jr. –Luís lo analizó de arriba abajo, debía tener unos treinta años, así que no podía ser el mismo hombre que creó a Slender– Soy el hijo del mismo hombre que le inyectó a Loik Kernaboyl aquella inyección, sí. Pero eso no significa que seamos la misma persona.
-Te agradezco mucho que me guiaras y que me estés protegiendo, pero supongo que me cuesta fiarme de alguien que tiene una relación tan directa con Slender como tú. Espero que lo entiendas.
-Créeme, lo entiendo muy bien… Por favor, acércate. –Romero le guió hasta su estudio,  donde tenía varios monitores y fotografías. Señaló un monitor que vigilaba el despacho del Inspector Rodríguez– Si no fuera por estas cámaras, jamás podría haberte ayudado. –Tras ello buscó un archivo en otro monitor y lo reprodujo. Sonó la última conversación que Luís entabló con Emilie– Si no fuera por estas grabaciones no podría haberte guiado. ¿Y sabes qué? Todo esto lo inventó mi padre. Él jamás quiso crear a Slender, pero lo hizo sin más. Encontró la manera de que no se acercara ni a él ni a su familia, aunque eso le costara a su esposa. Pero yo no uso esto para esconderme, lo uso para ayudar a las víctimas que han sufrido por culpa de lo que creó mi padre. Entiendo que no quieras confiar en mí. Pero yo solo confío en que seré capaz de manteneros a salvo, ¿entiendes? –Luís se tragó sus palabras y asintió en silencio– Bueno, pero basta de sandeces, debéis estar hambrientos. –Romero se levantó y comenzó a guiarles por los pasillos hasta un comedor con una mesa de madera– Por favor, sentaos, ahora os traeré algo de comer. –Y se fue, dejando a los dos chicos solos.
-Gracias al cielo, Luís, ¡estamos a salvo! –Dijo Jacob entusiasmado.
Luís fingió una sonrisa, pues todavía estaba inseguro. Quería saber porque Romero puede evitar que Slender estuviera cerca, quería saber porque les estaba ayudando. Todo parecía tan sospechoso… Romero volvió con unos fideos precocinados. No eran gran cosa, pero Luís y Jacob estaban tan hambrientos que se lanzaron a comer sin dudarlo.
-Me alegro de que ambos estéis a salvo. Por el momento nos quedaremos los tres aquí hasta que termine mi investigación.
-Por cierto… -Dijo Jacob aún con la boca llena de comida, hasta que se la tragó y siguió preguntándole –Hay algo que quisiera preguntarte… ¿Cómo es que conoces a Slender, pero no eres una víctima?
-Me alegra que me lo preguntes –dijo Romero, recolocándose las gafas con el dedo índice y sonriendo– Verás, mi padre, creador del virus que creó a Slender, también había creado un aparato que bloquea el pensamiento del ser. Es algo complicado, pero resulta que el aparato bloquea la actividad neuronal de Slender, pero solo en este edificio. Mientras estemos aquí no podrá ni leernos el pensamiento ni entrar –Eso último alivió a Luís significativamente, no obstante, aún le quedaba una duda.
-¿Entonces cómo pudiste poner una cámara en mi coche o en el despacho de Rodríguez? ¿Y las cartas que enviaste a Francisco Gilbert en la mansión?
-Eso ya es más complicado… Pertenezco a un grupo llamado SCP, al que a su vez perteneció mi padre. Tengo varios mensajeros por toda Europa que, con una sola orden, pueden enviar un archivo, un paquete, o colocar una cámara. Claramente, ellos no saben quién es Slender, y si sospecho que pueden saberlo, existe un proyecto de SCP que les borraría los recuerdos… Pero no me está permitido hablar de eso. Pues bien, si habéis terminado de comer, volveré a mi estudio.
-¡Espera…! –Dijo Luís, recordando algo importante –Gracias por curarme las heridas, pero… creo que te dejaste algo… -Luís se levantó el bajo del pantalón mostrando la protuberancia aferrada a su tobillo. Incrédulo, Romero se agachó para inspeccionarla.        –Intentamos sacarla, pero es imposible.
-Esperad aquí, tengo la solución… -Romero se fue del comedor sin demorar ni un segundo y no tardó en volver con un frasco, unas pinzas y una jeringa. Cuidadosamente, clavó la aguja en el tentáculo y este se soltó inmediatamente liberando una leve nube de vapor. Romero cogió el tentáculo con las pinzas y lo introdujo en el frasco– Asombroso, esto demostraría mi hipótesis… Luís, me gustaría que vinieras a ver algo.
Romero volvió a la puerta por la que había venido y Luís le siguió hasta unas escaleras que bajaban varios metros por debajo del suelo. Hasta llegar a una puerta semejante a las salidas de emergencia de un hospital. Tras ella el aspecto del edificio cambió por completo, perdió su brillo y blancura y pasó a ser gris y oscuro. Había tubos y cables por las paredes y las luces no iluminaban lo suficiente. Romero caminaba sujetando el frasco firmemente, pero se paró frente a un panel lleno de botones y palancas, y una persiana metálica que ocultaba algo tras la pared.
-Me gustaría mostrarte algo. –Romero pulsó un botón y la persiana se levantó dejando ver, tras un cristal, una enorme sala, de suelo arenoso y con el único acceso de unas escaleras metálicas. Era como un almacén vacío, excepto por un extraño aparato en el centro: Una esfera enorme, con decenas de púas que sobresalían de ella, girando lentamente, y sujetada por cuatro brazos robóticos– Eso es el Núcleo. Mi padre lo creó más o menos cuando Loik Kernaboyl se convirtió en Slender, pero estaba en fase Beta. Huyendo del pasado, mi padre salió de Francia y compró la mansión en la que estuvisteis ayer. En su sótano puso el Núcleo, pero a veces tenía fallos… -Romero tenía algo inexplicable en la mirada, una tristeza profunda que trataba de ocultar de algún modo– El Núcleo –Prosiguió– Es un aparato que crea un campo magnético alrededor de este edificio, el cual Slender no puede pasar. Al principio pensé que evitaría que pasara él por completo, pero si esta parte de él –dijo, mostrándole a Luís el frasco con el Tentáculo– ha logrado pasar… ¡Significa que, tal vez, podamos curar  a Slender…! –Luís hizo una mueca de duda, sin encontrar la relación– Ven, te enseñaré algo que te ayudará a entenderlo. –Romero siguió caminando mientras le explicaba su hipótesis a Luís– El Núcleo bloquea la actividad neuronal de Slender, pero actúa como un campo de fuerza. Con el Núcleo puedo saber también la actividad neuronal de Slender, si es más alta, significa que está más alterado. Pero lo que importa no es lo que haga el Núcleo, sino el cómo puede hacerlo. –Romero paró frente a una puerta metálica y pulsó un botón para que se abriera, tras ella había una sala mejor iluminada, llena de mesas con frascos repletos de líquidos, picas de agua para limpiarse, material de laboratorio, batas y guantes. Romero cogió de una mesa situada en el centro un matraz que contenía un líquido azul espeso. Tenía una etiqueta con el símbolo de Slender o los “Strojny Čalaviek”. –Esto es el líquido que hizo que la energía electromagnética del cerebro de Loik adquiriera vida propia y poseyera a Krabe Irinov. Y es también lo que el Núcleo detecta. Es decir, que este líquido corre por las venas de Slender –Luís miró algo aterrado aquel líquido, tenía un poder muy peligroso, capaz de convertir a un niño inocente en un verdadero monstruo– O al menos, eso era lo que pensaba…
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que, si pudiste entrar con esta cosa en el pie –dijo colocando el frasco en la mesa– Significa que este líquido no está en todo el cuerpo de Slender. Eso demuestra mi hipótesis de que el líquido solo se encuentra en su cabeza, y solo su cabeza es bloqueada por el Núcleo. Eso significa dos cosas: Una buena, y otra mala.
-Dime primero la buena. –Dijo Luís, dudoso.
-Que puedo crear una cura que, al inyectarse en su cabeza, cure a Slender, y podremos buscar un cuerpo donde Loik Kernaboyl pueda vivir de nuevo.
-¿Y… la mala…?
-Que Slender puede entrar aquí, si te conectas demasiado con su mente. Podrá entrar a través de tu cuerpo. –Luís apretó los dientes con fuerza, enfurecido, y a su vez nervioso. –Pero tranquilo, confío en  ti, eres una de las personas más fuertes que he visto nunca –le dijo Romero llevando su mano a la espalda del chico y sonriéndole– Ahora solo necesito tiempo para crear la cura, y ya estaremos listos para acabar con esto de una vez por todas. Sube arriba con Jacob, podéis hacer lo que queráis, excepto salir del edificio, por supuesto.
-De acuerdo –Luís se dispuso a volver, dejando a Romero experimentando en su laboratorio, pero paró un momento –Romero… ¿Qué le pasó a tu madre?
-… -Aguardó unos largos segundos, antes de contestar– Eso es algo que no saldrá de mis labios.
-Lo entiendo… Bueno, mejor me voy ya, quiero hablar con Jacob.
El Doctor Romero se quedó solo en el laboratorio tratando de seguir, pero cuando sus manos comenzaron a temblar tuvo que parar para secarse las lágrimas. En voz baja, casi como un susurro dijo:
-Madre… estoy haciendo lo correcto.

martes, 29 de enero de 2013

Detalles: Capítulo 15

Nuevo capítulo :D
espero que lo disfrutéis mucho. No hay gran cosa nueva, solo más misterio y  más tensión >:P
La encuesta de la derecha seguirá vigente hasta que publique el siguiente capi, que os adelanto que se llamará "DR"
Se admiten apuestas!! :D

Os traigo tres temas del juego Heavy Rain que me gusta usar cuando escribo:
El tema del Inspector Rodríguez: "Inspector's Secrets

El tema del pasado de Slender: "Memories from the Nightmares"

El tema de DR: "Secrets in the Shadows"

viernes, 25 de enero de 2013

Cap. 15: último Aliento


El Inspector Rodríguez llegó agotado a su despacho y colgó su gabardina marrón en una percha. Tras ello se sentó pesadamente en su sillón y se aflojó la corbata, dejando ir un largo suspiro. Habían pasado más de cinco horas tras la desaparición de Luís y Jacob, y sospechaba que ya debían estar lejos de la ciudad, por lo que dejó de ser su jurisdicción. Entonces comenzó a meditar sobre todo lo ocurrido
-No, no tiene sentido… –se decía a sí mismo una y otra vez– Luís no puede ser el asesino. Esas marcas al lado de las víctimas llevan apareciendo más de diez años. Y dudo mucho que Luís fuera un asesino en serie de niño… –Se llevó la mano a la frente, apoyando el brazo en la mesa– Pero entonces, ¿qué tiene que ver él en todo esto…?
El inspector meditó un largo rato en el silencio de su despacho, hasta coger la fotografía enmarcada de su hermano Jacques, secándose las lágrimas.
El coche de Luís no estaba demasiado lejos de su destino, y había dejado muy atrás los restos de la mansión. Caían suaves gotas puntuales sobre el cristal del coche. Luís estaba pálido, lleno de quemaduras en la ropa y moratones. Completamente despeinado y con grandes ojeras. Jacob le cubrió con una manta del asiento trasero.
-¿Seguro que estás capacitado para conducir?
-Sí, solo estoy algo cansado, pero ya casi hemos llegado a Francia. –Pero de pronto, soltó un grito de dolor. Jacob se alarmó, pero la mano de Luís le detuvo– Tranquilo, es solo el pie.
Jacob se agachó y le subió el bajo del pantalón, descubriendo el tentáculo cortado de Slender aferrado a su tobillo. Parecía palpitar.
-No pinta nada bien… tienes un tentáculo cogido del tobillo, y parece moverse. –A Luís ya le repugnaba la idea de tener una parte de Slender en la pierna, pero la idea de que además estuviera viva le provocaba arcadas. –Espera, que te lo cortaré. –Jacob sacó la navaja y trató de cortarlo, pero nada más tocarlo la protuberancia se aferró aún más fuerte, provocando un grito de dolor. Inmediatamente Jacob paró– Mejor que lo dejemos por ahora, ya lo miraremos cuando lleguemos.
-Puedo aguantar… Así que tú tenías mi navaja, ¿eh?
-Ah, sí. Me la guardé por error en tu apartamento. Ten. –Jacob se la ofreció a Luís, quien la guardó en su bolsillo.
-Si no la hubieras cogido, ahora estaría muerto. Muchas gracias. Por cierto, creo que esto te pertenece –Luís sacó de su otro bolsillo el revólver de Frederick y se lo ofreció. Jacob lo miró dudoso, ya había visto ese arma varias veces empuñada por su padre, y no era la primera vez que la tomaba, pero le infundía un cierto respeto, ya que era el arma que le salvó en una ocasión. Pero al final la tomó y comenzó a inspeccionarla– Se la quité a tu padre antes de que intentara suicidarse. Creo que eres su legítimo dueño –Jacob abrió el tambor y comprobó la munición.
-Quedan cuatro balas. –Dijo, cerrando el tambor de nuevo.
-Tiene sentido, el revólver debe ser de seis balas, y gasté una bala en el apartamento y otra en la mansión. Será mejor que guardemos las que quedan. –Jacob se guardó bajo la chaqueta el revólver– Ahora todo vuelve a su dueño.
En aquel momento sonó el móvil en la guantera, Luís lo tomó enseguida, activando el altavoz.
-“Mis radares indican que ya estáis cerca, seguid por la carretera hasta una desviación a Lieu Sec. Seguid por el camino hasta mi señal.”
Luís y Jacob se miraron y asintieron. Pronto abandonaron las sinuosas carreteras entre montañas y bosques para encontrarse en un extenso campo enorme, con algunos pueblos separados, y rodeados por los altos picos nevados del Pirineo. A lo lejos, Luís vio las luces de farolas y ventanas de un pueblo que le traía muy buenos recuerdos. Lo contemplo con nostalgia.
-Mira, Jacob, eso de ahí ya es Francia. Y ese pueblo de ahí es Font Romeu. –Luís lo miraba con los ojos brillantes y una sonrisa adornó su pálido rostro– He estado ahí cantidad de veces, ¿sabes? Allí vive mi amiga Emilie… -Jacob se alegró al ver que tras todo lo sucedido, su amigo volvía a sonreír  tiernamente.
-¿Amiga o algo más…? –Trató de insinuar Jacob
-Pues… ahora que lo comentas sí que es cierto que ambos tratamos de ser algo más… Pero al fin y al cabo vivimos en países diferentes, y habría sido muy complicado… Tan lejos, y a su vez tan cerca… Temo por ella, cuando investigué sobre Slender traté de que me ayudase, pero pese a que sé que ella no sabe que existe, no quiero que le suceda nada. Mira, Jacob, a mí ya no me importa vivir o morir, pero la quiero más que a nada en este mundo. Tanto ella como tú sois ahora mi responsabilidad. Todo esto empezó conmigo, y os he involucrado en contra de mi voluntad.
-Sé que lo harás bien, Luís –Jacob le dio una palmada en el hombre, sonriéndole– Confío en ti.
Luís sonrió y siguió atento a la carretera, dejando atrás su añorado pueblo, y divisando a lo lejos el desvío. Al girar, entraron en una vieja carretera, donde el suelo era tenuemente iluminado por grandes farolas cada veinte metros.
-En un principio debemos estar llegando. Cuando encontremos a DR confío en que él nos sepa poner a salvo. Y entonces por fin podremos descansar.
-Sí, la verdad es que necesitas urgentemente un descanso. No aguantarás mucho tiempo en pie a este paso. –Luís fue a decir algo, pero volvió a sonar el móvil.
-“Vale, ya estais muy cerca. En cuanto puedas, para el coche y…”
-¡¡CUIDADO!! –Gritó Jacob al ver, bajo una de aquellas farolas, a Slender sacando sus múltiples tentáculos.
A Luís no le dio tiempo a reaccionar cuando Slender impactó contra el cristal, agrietándolo, y el coche cayó a una pendiente, volcando. Jacob y Luís recibieron varios golpe, quedándose inconscientes.
Al volver a abrir los ojos vio los cristales del parabrisas roto, y el motor incendiado. El coche estaba bocabajo, pero el cinturón le sujetaba. Nervioso, falló los tres primeros intentos de desabrochárselo, hasta que logró caer sobre el capó. El humo del motor estaba entrando en el coche, por el olor dedujo que el depósito de gasolina estaba perdiendo combustible. Entonces se percató de que Jacob seguía inconsciente en el asiento, tras desabrocharle el cinturón trató de despertarle, pero era inútil. Buscando una salida vio que en uno de los cristales, comenzaban a asomar los tentáculos de Slender tratando de entrar. Luís dio una fuerte patada a la puerta contraria, desprendiéndola, y comenzó a arrastrarse, agarrando a Jacob, hasta alejarse unos metros del coche. Fue entonces cuando vio como Slender, furioso, con un aire depredador, subía encima del coche y preparaba sus tentáculos para lanzarse sobre ellos. Pero el fuego llegó al depósito de gasolina, provocando una gran explosión.  Luís se tapó la cara cubrió a Jacob en su pecho, al volver la mirada, vio como Slender salía huyendo, cubierto de llamas y emitiendo agudos chirridos de dolor.
No demoró ni un segundo, se incorporó y comenzó a arrastrar a Jacob bosque adentro, hasta que las llamas no eran más que un punto de luz lejano, allí sentó a Jacob de espaldas a un árbol.
-¡¡Vamos, despierta!! ¡No tenemos mucho tiempo! –Dijo Luís, mientras le zarandeaba. Seguía sin reaccionar, así que recurrió a darle dos bofetadas para hacerle reaccionar. A la tercera abrió los ojos, pero estaba confundido y débil– Vamos, hay que salir de aquí.
Luís enderezó a Jacob y le ayudó a caminar. Tan rápido como sus fuerzas permitían, fueron adentrándose en el frondoso bosque, notando como poco a poco una neblina cubría sus pies. Ambos estaban agotados, llenos de moratones y magulladuras, y Jacob perdía fuerzas por momentos. Luís miró atrás un segundo, para ver a Slender entre los arboles siguiéndoles rápidamente, notó los pálpitos de su corazón alarmantemente potentes, y trató de acelerar el paso. Al fin lograron llegar a un camino de tierra que atravesaba el bosque y se dispusieron a cruzarlo, pero de pronto, un tentáculo agarró fuertemente el brazo de Jacob y lo separó de Luís, arrastrándole por el suelo. Jacob dejó ir un grito de horror, mientras Luís corría a salvarle. Sacó la navaja logró cortar de raíz el tentáculo que sujetaba a Jacob, pero Slender dejó ir otros tres que comenzaron a agarrar a Luís de los brazos y una pierna.
Jacob se levantó y sacó el revólver, apuntando, tratando de no fallar y herir a Luís, mientras un tentáculo más se disponía a atravesar al chico. Sonó un disparo, fue directo en la frente, Slender se bloqueó unos segundos, tiempo suficiente para que liberara a Luís y comenzaran a correr en dirección contraria con las pocas fuerzas que les quedaban.
La neblina seguía cubriendo sus pies y se oían los chirridos de Slender entre el eco de los árboles. Perdidos y sin saber qué hacer, las fuerzas comenzaron a agotarles, haciendo que no pudieran correr más, solo andar cada vez más y más forzadamente. Los susurros de Slender penetraban en la mente de Luís como agujas punzantes, pero procuraba que las fuerzas no se le agotaran. El dolor era indescriptible, cada paso suponía un segundo más de agonía, pero dio un paso, tras otro paso, y otro paso… hasta que de pronto, simplemente cesó. Los susurros cesaron y Luís cayó al suelo rendido. Jacob corrió en su ayuda y volvió a levantarle, veía borroso y oía sus palabras como si les separara un cristal antibalas. Pero Jacob sí que veía y escuchaba con claridad, y estaba sonriendo.
-Vamos Luís, un poco más, ¡ya hemos llegado! –Jacob ayudó a caminar a Luís hacia un gran edificio blanco en medio del bosque. Era una edificación blanca con apenas ventanas, y una gran puerta de metal. Sobre ella había un logo de cristal pintado de rojo bastante grande, una X dentro de un círculo. Jacob ayudó a Luís a llegar a las puertas y estas se abrieron automáticamente, mientras de un megáfono, la voz de DR decía “pasad”. Las puertas se cerraron mientras estaban en un pasillo largo y blanco, cerrado. Una voz dijo “Un minuto para la desinfección” mientras unas tuberías renovaban el aire del pasillo, purificándolo. Luís cayó al suelo sin fuerzas y comenzó a toser, Jacob trató de hacerle recuperar fuerzas, pero era inútil.
-¡Vamos, Luís, aguanta, solo unos minutos! ¡Luego podrás descansar!– Pero Luís no respondía, ni podía oírle.
Pasado el minuto las puertas se abrieron y un científico, vestido de bata blanca, corrió para socorrerlos. Jacob lo miró dudoso unos segundos, pero el hombre le ayudó a levantar a Luís y llevarlo a través de varias salas hasta una habitación con varias literas. Estiraron a Luís en una de ellas, y este pudo entrever, borrosa, la figura del hombre diciéndole a Jacob que hiciera lo mismo. Trató de verle la cara, hasta que sus fuerzas se agotaron por completo y quedó inconsciente.