martes, 30 de abril de 2013

Cap. 22: La Catedral de las Pesadillas [Final]


Todos los coches patrulla llegaron frente a la fachada de la Sagrada Familia y formaron una barrera de coches. Todo policía comenzó a movilizarse para bloquear las salidas del recinto.
-¡Inspector, no saben a lo que se enfrentan, debe escucharme! –le suplicó Jacob, pero este no hizo caso y salió del coche, dando órdenes a los demás policías.
Jacob pudo oír cómo se acercaba un camión de bomberos, alertados por el ruido de la zona en obras al derrumbarse. Aprovechando que el Inspector estaba distraído, Jacob trató de coger las llaves de las esposas que había en la guantera del asiento delantero, tratando de no alertarle.
De pronto, todos los aparatos eléctricos comenzaron a parpadear o hacer interferencias. Las luces que iluminaban la catedral explotaron al unísono, y los comunicadores de la policía emitían ruidos extraños. El helicóptero de SCP llegó a tiempo para sobrevolar la zona, cuando encendió un foco que iluminó la fachada.
-Narváez, quiero saber por qué se ha ido la luz. –Jacob logró coger las llaves y, al fin, librarse de las esposas– llama al servicio técnico, o…
-¡Inspector, mire eso! –El Inspector Rodríguez volvió la mirada a la fachada, para ver que el foco del helicóptero iluminaba a un ser deforme y pálido.
Tenía forma humana, pero de su espalda salían decenas de tentáculos que se aferraban a la pared. Uno de ellos sujetaba a Luís del cuello. Llevaba traje, el cual estaba descosido y roto. Su rostro no tenía ojos ni nariz, sólo una enorme boca que, al abrirla, era tan grande cómo su cabeza. La boca no tenía dientes, ni carne en su interior, sólo una masa pálida que se enganchaba entre los labios superior e inferior.
El Inspector vio, anonadado, al mismo ser que, cuarenta años atrás, se había llevado a su hermano. Se quedó totalmente en shock, un policía le pedía que le dijera que hacer, pero no podía hacer otra cosa que observar cómo el ser emitía un gemido agudo, propio de un monstruo. Jacob se escabulló para coger un hacha del camión de bomberos y fue rápidamente hacia las obras del lateral. El Inspector, al verle, trató de frenarle.
-¡No, chico, no vayas, es…! –pero fue inútil, Jacob ya había logrado colarse en las obras. Rodríguez tomó unos pocos cargadores de la guantera del coche patrulla y recargó su pistola, yendo a paso firme hacia la catedral.
Jacob subió por las escaleras de caracol por la torre, hasta llegar a la zona que estaba siendo restaurada, y subiendo a las plataformas metálicas, cubiertas por la red característica de este tipo de obras. Al otro lado de la plataforma, estaba Luís sentado en el suelo, apenas podía abrir los ojos. Rápidamente Jacob se arrodilló frente suyo para ayudarle.
-¡Luís, menos mal! ¿¡Estás bien!?
-¡¡No, Jacob… es una…!!
Jacob sintió un gélido aliento en su nuca, al girar el cuello a su izquierda, vio el rostro de Slender camuflado entre las sombras, y decenas de tentáculos comenzaron a agarrar sus extremidades. Jacob sintió los susurros penetrando en su mente, mientras Slender comprimía todo su cuerpo lentamente. De pronto, una lluvia de balas hizo gemir a Slender, soltando a Jacob y Luís.
-¡Rápido, salid de aquí! –les exclamó Rodríguez, mientras disparaba sujetando el arma con las dos manos.
Jacob cogió a Luís y volvieron a las escaleras para bajar, cuando oyeron un golpe, y al girarse, vieron la mano del inspector sobre el suelo. Slender apareció de nuevo para perseguirles, los chicos trataron de escapar, pero fue completamente inútil, pues Slender les agarró a ambos y cubrió sus mentes de voces y gritos, mientras su vista se nublaba, pudiendo ver únicamente un denso vapor.
Jacob abrió los ojos gracias al sonido de los disparos, y pudo ver que se encontraban en el interior de la catedral, en la inmensa sala, llena de columnas altísimas, vidrieras y esculturas de piedra. La luz del edificio se había ido, la poca luz que entraba era la del foco entrando a través de las coloridas vidrieras. Jacob vio que a un extremo de la sala estaba la moto que Luís había estrellado, en el suelo.
Dos agentes de SCP ametrallaban a Slender con armas militares. Slender lanzó a los dos chicos a extremos opuestos de la sala mientras se deslizaba entre columnas para agarrar a los dos agentes y lanzarlos contra la pared, hasta que estuvieron lo suficientemente indefensos para atravesar sus pechos con los tentáculos. Jacob se levantó con las fuerzas que le quedaban y corrió hacia Luís, pero Slender le barró el paso. Intentó volver a tomar su cuerpo para atravesarle con un tentáculo, pero Jacob los cortó con el hacha, haciendo que Slender volviera a gemir de dolor, abriendo su gran boca. Al caer al suelo, Jacob comenzó a arrastrarse, hasta tocar la pared con la espalda. Slender estaba a punto de abalanzarse sobre él, pero varios balazos le detuvieron.
El Inspector Rodríguez, cubriéndose con la mano una herida en su estómago, vació un cargador contra el ser mientras se acercaba a Jacob. Luís abrió los ojos para verlo, y con las mínimas fuerzas que le quedaban metió la mano en su chaqueta.
-Haz lo que tengas que hacer, yo me encargo de él. –Jacob asintió y se puso de cara contra la pared,  mientras sacaba la Cura y, nerviosamente, la introducía en la jeringa, pero sus manos temblaban y le resultaba imposible acertar, derramando liquido en el suelo. El inspector vació todos sus cargadores, y miró a su alrededor buscando otra arma. Al ver el cadáver de un Agente SCP en el suelo, con su rifle militar al lado, se lanzó a cogerlo, y, en el suelo, al girarse de nuevo, Slender estaba encima suyo, abriendo su escalofriante boca muy cerca de su cara– No te perdonaré lo que le hiciste a mi hermano… –dijo, metiendo el rifle en su boca– Debiste matarme cuando pudiste, ahora te arrepentirás. –Apretó el gatillo, atravesando su boca a base de balazos. Viendo cómo el ser se retorcía de dolor, volvió a Jacob para protegerle.
Este, por fin, había logrado meter la cantidad máxima en la jeringa, y se levantó para preparar la aguja. Slender aceleró contra el Inspector mientras este le disparaba con el rifle. Antes de que Jacob pudiera girarse, notó un chorro golpeando su espalda, y la pared llena de sangre. Al girar la cabeza, vio un tentáculo de Slender atravesando el pecho del Inspector, quien soltó el arma y miró a Jacob con los ojos abiertos por completo. Cuando Slender retiró el tentáculo, el cadáver del inspector cayó al suelo, inerte.
Slender agarró los brazos de Jacob para lanzarle al centro de la sala. En el suelo, Jacob sacó el revólver de su padre, al cual le quedaban dos balas, para defenderse de Slender. Cuando estaba ya muy cerca, gastó una de ellas, que impactó en su hombro. Slender agarró a Jacob de nuevo y tomó el revólver para lanzarlo al otro extremo de la sala, dónde Luís seguía en el suelo, al lado de la moto. La masa viscosa y pálida comenzó a cubrir de nuevo la boca del ser, sellándola por completo. Jacob logró liberar su brazo derecho para clavar la aguja en su frente, pero esta se torció al intentarlo. Los tentáculos agarraron por todas partes a Jacob, y uno de ellos apuntó a su pecho.
En ese instante, una luz iluminó a Slender, mientras sonaba el ruido de un motor. Luís, subido en la moto de Emilie, disparó la última bala del revólver, impactando en la frente de Slender y haciendo que soltara a Jacob. Luís aceleró, impactando de nuevo contra Slender, quien seguía en shock. En ese momento, sacó la aguja con la Cura y la clavó en el agujero creado por la bala, introduciéndola en su cerebro.
Luís saltó de la moto para ver a Slender impactando contra una columna, con la aguja clavada en su cabeza. Comenzó a salir de su cabeza un vapor que tomó la forma de un niño. Luís y Jacob notaron un grito en su mente, antes de que saliera un vapor de sus frentes y volviera al fantasma de Loik Kernaboyl, quien poco a poco se esfumó en el aire.
Jacob se arrastró hasta Luís, para darle un fuerte abrazo. Poco tardó en llegar la policía, y movieron a Luís a una camilla y le subieron a una ambulancia. Su pierna estaba rota y tenía heridas por todo el cuerpo. Jacob se acercó a él, tapado con una manta.
-Parece que todo ha terminado… -le dijo suavemente, mientras miraba la policía llevándose los cuerpos y acordonando la zona.
-El juego de Slender ha terminado… no volverá a llevarse a nadie más…
-Y todo gracias a ti, Luís. Me gustaría que todo volviera a ser como antes.
-Sabes tan bien cómo yo que eso no puede ser así. Pero esto es un comienzo de cero. –Los médicos volvieron, cerrando las puertas de la ambulancia– Me alegra haberte conocido, Jacob Gaspard. –La ambulancia comenzó a alejarse, para ir al hospital.
Jacob se quedó sentado sobre un coche de la policía. Mientras veía cómo los dos Agentes de SCP se llevaban el cadáver de Slenderman en su helicóptero.
-Lo mismo digo, Luís Porter Codina…

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