viernes, 25 de enero de 2013

Cap. 15: último Aliento


El Inspector Rodríguez llegó agotado a su despacho y colgó su gabardina marrón en una percha. Tras ello se sentó pesadamente en su sillón y se aflojó la corbata, dejando ir un largo suspiro. Habían pasado más de cinco horas tras la desaparición de Luís y Jacob, y sospechaba que ya debían estar lejos de la ciudad, por lo que dejó de ser su jurisdicción. Entonces comenzó a meditar sobre todo lo ocurrido
-No, no tiene sentido… –se decía a sí mismo una y otra vez– Luís no puede ser el asesino. Esas marcas al lado de las víctimas llevan apareciendo más de diez años. Y dudo mucho que Luís fuera un asesino en serie de niño… –Se llevó la mano a la frente, apoyando el brazo en la mesa– Pero entonces, ¿qué tiene que ver él en todo esto…?
El inspector meditó un largo rato en el silencio de su despacho, hasta coger la fotografía enmarcada de su hermano Jacques, secándose las lágrimas.
El coche de Luís no estaba demasiado lejos de su destino, y había dejado muy atrás los restos de la mansión. Caían suaves gotas puntuales sobre el cristal del coche. Luís estaba pálido, lleno de quemaduras en la ropa y moratones. Completamente despeinado y con grandes ojeras. Jacob le cubrió con una manta del asiento trasero.
-¿Seguro que estás capacitado para conducir?
-Sí, solo estoy algo cansado, pero ya casi hemos llegado a Francia. –Pero de pronto, soltó un grito de dolor. Jacob se alarmó, pero la mano de Luís le detuvo– Tranquilo, es solo el pie.
Jacob se agachó y le subió el bajo del pantalón, descubriendo el tentáculo cortado de Slender aferrado a su tobillo. Parecía palpitar.
-No pinta nada bien… tienes un tentáculo cogido del tobillo, y parece moverse. –A Luís ya le repugnaba la idea de tener una parte de Slender en la pierna, pero la idea de que además estuviera viva le provocaba arcadas. –Espera, que te lo cortaré. –Jacob sacó la navaja y trató de cortarlo, pero nada más tocarlo la protuberancia se aferró aún más fuerte, provocando un grito de dolor. Inmediatamente Jacob paró– Mejor que lo dejemos por ahora, ya lo miraremos cuando lleguemos.
-Puedo aguantar… Así que tú tenías mi navaja, ¿eh?
-Ah, sí. Me la guardé por error en tu apartamento. Ten. –Jacob se la ofreció a Luís, quien la guardó en su bolsillo.
-Si no la hubieras cogido, ahora estaría muerto. Muchas gracias. Por cierto, creo que esto te pertenece –Luís sacó de su otro bolsillo el revólver de Frederick y se lo ofreció. Jacob lo miró dudoso, ya había visto ese arma varias veces empuñada por su padre, y no era la primera vez que la tomaba, pero le infundía un cierto respeto, ya que era el arma que le salvó en una ocasión. Pero al final la tomó y comenzó a inspeccionarla– Se la quité a tu padre antes de que intentara suicidarse. Creo que eres su legítimo dueño –Jacob abrió el tambor y comprobó la munición.
-Quedan cuatro balas. –Dijo, cerrando el tambor de nuevo.
-Tiene sentido, el revólver debe ser de seis balas, y gasté una bala en el apartamento y otra en la mansión. Será mejor que guardemos las que quedan. –Jacob se guardó bajo la chaqueta el revólver– Ahora todo vuelve a su dueño.
En aquel momento sonó el móvil en la guantera, Luís lo tomó enseguida, activando el altavoz.
-“Mis radares indican que ya estáis cerca, seguid por la carretera hasta una desviación a Lieu Sec. Seguid por el camino hasta mi señal.”
Luís y Jacob se miraron y asintieron. Pronto abandonaron las sinuosas carreteras entre montañas y bosques para encontrarse en un extenso campo enorme, con algunos pueblos separados, y rodeados por los altos picos nevados del Pirineo. A lo lejos, Luís vio las luces de farolas y ventanas de un pueblo que le traía muy buenos recuerdos. Lo contemplo con nostalgia.
-Mira, Jacob, eso de ahí ya es Francia. Y ese pueblo de ahí es Font Romeu. –Luís lo miraba con los ojos brillantes y una sonrisa adornó su pálido rostro– He estado ahí cantidad de veces, ¿sabes? Allí vive mi amiga Emilie… -Jacob se alegró al ver que tras todo lo sucedido, su amigo volvía a sonreír  tiernamente.
-¿Amiga o algo más…? –Trató de insinuar Jacob
-Pues… ahora que lo comentas sí que es cierto que ambos tratamos de ser algo más… Pero al fin y al cabo vivimos en países diferentes, y habría sido muy complicado… Tan lejos, y a su vez tan cerca… Temo por ella, cuando investigué sobre Slender traté de que me ayudase, pero pese a que sé que ella no sabe que existe, no quiero que le suceda nada. Mira, Jacob, a mí ya no me importa vivir o morir, pero la quiero más que a nada en este mundo. Tanto ella como tú sois ahora mi responsabilidad. Todo esto empezó conmigo, y os he involucrado en contra de mi voluntad.
-Sé que lo harás bien, Luís –Jacob le dio una palmada en el hombre, sonriéndole– Confío en ti.
Luís sonrió y siguió atento a la carretera, dejando atrás su añorado pueblo, y divisando a lo lejos el desvío. Al girar, entraron en una vieja carretera, donde el suelo era tenuemente iluminado por grandes farolas cada veinte metros.
-En un principio debemos estar llegando. Cuando encontremos a DR confío en que él nos sepa poner a salvo. Y entonces por fin podremos descansar.
-Sí, la verdad es que necesitas urgentemente un descanso. No aguantarás mucho tiempo en pie a este paso. –Luís fue a decir algo, pero volvió a sonar el móvil.
-“Vale, ya estais muy cerca. En cuanto puedas, para el coche y…”
-¡¡CUIDADO!! –Gritó Jacob al ver, bajo una de aquellas farolas, a Slender sacando sus múltiples tentáculos.
A Luís no le dio tiempo a reaccionar cuando Slender impactó contra el cristal, agrietándolo, y el coche cayó a una pendiente, volcando. Jacob y Luís recibieron varios golpe, quedándose inconscientes.
Al volver a abrir los ojos vio los cristales del parabrisas roto, y el motor incendiado. El coche estaba bocabajo, pero el cinturón le sujetaba. Nervioso, falló los tres primeros intentos de desabrochárselo, hasta que logró caer sobre el capó. El humo del motor estaba entrando en el coche, por el olor dedujo que el depósito de gasolina estaba perdiendo combustible. Entonces se percató de que Jacob seguía inconsciente en el asiento, tras desabrocharle el cinturón trató de despertarle, pero era inútil. Buscando una salida vio que en uno de los cristales, comenzaban a asomar los tentáculos de Slender tratando de entrar. Luís dio una fuerte patada a la puerta contraria, desprendiéndola, y comenzó a arrastrarse, agarrando a Jacob, hasta alejarse unos metros del coche. Fue entonces cuando vio como Slender, furioso, con un aire depredador, subía encima del coche y preparaba sus tentáculos para lanzarse sobre ellos. Pero el fuego llegó al depósito de gasolina, provocando una gran explosión.  Luís se tapó la cara cubrió a Jacob en su pecho, al volver la mirada, vio como Slender salía huyendo, cubierto de llamas y emitiendo agudos chirridos de dolor.
No demoró ni un segundo, se incorporó y comenzó a arrastrar a Jacob bosque adentro, hasta que las llamas no eran más que un punto de luz lejano, allí sentó a Jacob de espaldas a un árbol.
-¡¡Vamos, despierta!! ¡No tenemos mucho tiempo! –Dijo Luís, mientras le zarandeaba. Seguía sin reaccionar, así que recurrió a darle dos bofetadas para hacerle reaccionar. A la tercera abrió los ojos, pero estaba confundido y débil– Vamos, hay que salir de aquí.
Luís enderezó a Jacob y le ayudó a caminar. Tan rápido como sus fuerzas permitían, fueron adentrándose en el frondoso bosque, notando como poco a poco una neblina cubría sus pies. Ambos estaban agotados, llenos de moratones y magulladuras, y Jacob perdía fuerzas por momentos. Luís miró atrás un segundo, para ver a Slender entre los arboles siguiéndoles rápidamente, notó los pálpitos de su corazón alarmantemente potentes, y trató de acelerar el paso. Al fin lograron llegar a un camino de tierra que atravesaba el bosque y se dispusieron a cruzarlo, pero de pronto, un tentáculo agarró fuertemente el brazo de Jacob y lo separó de Luís, arrastrándole por el suelo. Jacob dejó ir un grito de horror, mientras Luís corría a salvarle. Sacó la navaja logró cortar de raíz el tentáculo que sujetaba a Jacob, pero Slender dejó ir otros tres que comenzaron a agarrar a Luís de los brazos y una pierna.
Jacob se levantó y sacó el revólver, apuntando, tratando de no fallar y herir a Luís, mientras un tentáculo más se disponía a atravesar al chico. Sonó un disparo, fue directo en la frente, Slender se bloqueó unos segundos, tiempo suficiente para que liberara a Luís y comenzaran a correr en dirección contraria con las pocas fuerzas que les quedaban.
La neblina seguía cubriendo sus pies y se oían los chirridos de Slender entre el eco de los árboles. Perdidos y sin saber qué hacer, las fuerzas comenzaron a agotarles, haciendo que no pudieran correr más, solo andar cada vez más y más forzadamente. Los susurros de Slender penetraban en la mente de Luís como agujas punzantes, pero procuraba que las fuerzas no se le agotaran. El dolor era indescriptible, cada paso suponía un segundo más de agonía, pero dio un paso, tras otro paso, y otro paso… hasta que de pronto, simplemente cesó. Los susurros cesaron y Luís cayó al suelo rendido. Jacob corrió en su ayuda y volvió a levantarle, veía borroso y oía sus palabras como si les separara un cristal antibalas. Pero Jacob sí que veía y escuchaba con claridad, y estaba sonriendo.
-Vamos Luís, un poco más, ¡ya hemos llegado! –Jacob ayudó a caminar a Luís hacia un gran edificio blanco en medio del bosque. Era una edificación blanca con apenas ventanas, y una gran puerta de metal. Sobre ella había un logo de cristal pintado de rojo bastante grande, una X dentro de un círculo. Jacob ayudó a Luís a llegar a las puertas y estas se abrieron automáticamente, mientras de un megáfono, la voz de DR decía “pasad”. Las puertas se cerraron mientras estaban en un pasillo largo y blanco, cerrado. Una voz dijo “Un minuto para la desinfección” mientras unas tuberías renovaban el aire del pasillo, purificándolo. Luís cayó al suelo sin fuerzas y comenzó a toser, Jacob trató de hacerle recuperar fuerzas, pero era inútil.
-¡Vamos, Luís, aguanta, solo unos minutos! ¡Luego podrás descansar!– Pero Luís no respondía, ni podía oírle.
Pasado el minuto las puertas se abrieron y un científico, vestido de bata blanca, corrió para socorrerlos. Jacob lo miró dudoso unos segundos, pero el hombre le ayudó a levantar a Luís y llevarlo a través de varias salas hasta una habitación con varias literas. Estiraron a Luís en una de ellas, y este pudo entrever, borrosa, la figura del hombre diciéndole a Jacob que hiciera lo mismo. Trató de verle la cara, hasta que sus fuerzas se agotaron por completo y quedó inconsciente.

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