Luís despertó en el despacho de Rodríguez, todavía estaba
algo mareado y confuso. El inspector estaba sentado en su sillón cuando de se
percató.
-Oh, ya has despertado. Tienes muchas cosas que contarme.
-¿¡Que hacía usted allí!? –saltó Luís.
-Aquí hago yo las preguntas.
-¡De eso nada! No creo que usted llegara antes que los
bomberos… ¿¡me estaba siguiendo!?
-Escúcheme, señor Porter, este no es momento para
absurdeces como esas…
-No, usted sabe algo de todo esto, usted conoció a
Jacques Gilbert… –la cara del inspector cambió en el acto, mirándole con una
fulminante mirada– ¡dígame que sabe sobre estos asesinatos!
-No, señor Porter –el Inspector agarró a Luís de la
camisa y le miró amenazante– ¡usted va a decirme que sabe de mi hermano!
Luís abrió los ojos como si hubiera tenido una revelación
y pensó un momento que contestarle al inspector.
-Su hermano… desapareció en el 75, ¿me equivoco?
-Si… –comenzó Rodríguez, soltando al chico.
-Es este chico, ¿cierto…? –Luís sacó de su chaqueta el
sobre y buscó la fotografía de Jacques Gilbert. El inspector le quitó la
fotografía y el sobre para inspeccionarlos bien a fondo.
-¿De dónde has sacado esto…?
-En el bosque, alguien me guió hasta allí. No se quien,
pero parece estar informa…
-¿¡Sabes quién era!?
-No, solo me llamó en una ocasión y su voz estaba
distorsionada…
El Inspector calló un rato, mientras inspeccionaba una a
una las fotografías. Tras es miró a Luís de reojo, volvió a guardarlas en el
sobre y se lo guardó bajo la chaqueta.
-Esto se queda conmigo, son pruebas.
-¡pero no puede quitarme eso…!
-¡aquí hay una lista de diferentes fallecidos, son
pruebas del crimen, señor Porter…! Esta conversación ha terminado, volveremos a
llamarle cuando tengamos más información.
Luís no dijo nada y se marchó del despacho. Justo al salir
de la comisaría de Gracia (para quienes no conozcan Barcelona, hay varias
comisarías, y una de ellas en Gracia, un barrio algo importante), el móvil
recibió un nuevo mensaje, Luís se quedó algo confuso al ver el mensaje:
“no te preocupes por tu coche, lleva aparcado en la Calle
de Dénia desde las 11:00 PM. Cortesía de “D.R” PD: el Incendio no estaba
previsto”
¿Quién era “D.R”? ¿Sería el mismo que guió a Luís hasta
el sobre? Luís volvió en dirección a su
casa por el camino de siempre, pensando en todas aquellas situaciones que, en
apenas una semana, habían sucedido. ¿Por qué Slender tarda tanto en matar a sus
víctimas? Además, en cuanto mata a una, empieza a acosar a otra. Y entre las
victimas siempre hay algún tipo de familiaridad. Luís cruzó una callejuela
estrecha mientras ataba los cabos sueltos. Cuando, de pronto, se dio cuenta de
una conexión:
-hasta que una víctima no da a conocer a otra persona que
Slender existe… ¡slender no mata! Y una vez ya hay otra persona que sabe de
Slender, Slender mata a su víctima y empieza con el siguiente. Eso explica
porque hay una conexión entre víctima y víctima, hasta que una no recurre a
otra como ayuda, Slender no mata… ¡por eso acosa! Obliga a sus víctimas a que
pidan ayuda a otra persona. Eso explica porque… porque Frederick no quería
decirme nada de Slender… él sabía que si me lo decía ambos correríamos peligro,
pero yo le forcé a decírmelo, y ahora él ha muerto… no debo decirle a nadie
nada de est-
De pronto, Luís escuchó un susurro en su cabeza, el
tiempo parecía haberse parado por completo. Luís se sintió completamente
incomodo, algo le decía que alguien le vigilaba…
Luís notó un gélido aliento en su nuca. Lentamente, se
giró para ver el imponente ser que le observaba a, apenas, un metro de él. Era
alto, aproximadamente tres metros, sus piernas y brazos eran raquíticos y mucho
más largos de lo normal. El ser le miraba algo encorvado, no tenía rostro
alguno, ningún pelo adornaba su cabeza. Iba enfundado en un traje negro, con
una corbata roja descolorida y se entreveía una camisa blanca debajo. El ser
desprendía un olor putrefacto, el mismo que Luis percibió en el cadáver de
Frederick y en el callejón días antes. Tragó saliva, estaba paralizado y no
podía moverse, pero su curiosidad le llevaba a observar a aquel ser atento. Lo
conocía bien, las descripciones que circulaban por la red eran exactas, era el
denominado “Slender Man”. El Ser acercó su cara a Luís y este notó el aire cada
vez más frío, Luís seguía sin poder moverse en absoluto. No podía correr, huir…
solo esperar y ver que iba a hacer el ser. Sabía que podía matar, ya lo había
hecho antes y lo volvería a hacer, “aún no –pensó Luís– ¡su pauta no es esta!”
Slender acercó su brazo a Luís y apuntó con su dedo índice. Su mano era pálida
y huesuda, la fue acercando a la frente del chico, quien sentía su corazón
palpitar a un ritmo alarmante. Sus piernas no respondían, se desesperaba.
Tampoco podía hablar para pedir ayuda. El dedo poco a poco se acercó hasta su
frente hasta, al fin, tocarlo, tras eso, Luís perdió totalmente el
conocimiento.
Cuando Luís abrió los ojos, se encontraba en medio de un
bosque, tirado en el suelo. Todo parecía difuminado y confuso. Luís se levantó
y miró a su alrededor, a su derecha había una gran mansión, la reconoció como
la mansión que salía en una de las fotografías. Avanzó lentamente hacia ella y
abrió la puerta con fuerza, en el interior de la casa todo estaba oscuro y
destrozado, solo entraba luz por las rotas ventanas. Luís vio una mancha de
sangre seca en el suelo del vestíbulo, se acercó con cautela, y la examinó,
cuando de pronto notó un pálpito potente, miró a su derecha y vio a Slender en
una puerta, observándole. La cabeza de Luís daba espasmos violentos, lo único
que podía hacer era cubrirse la frente con la mano, se arrodilló en el suelo,
notando su corazón palpitar alarmantemente y viendo cada vez más difuminado.
Levantó la vista, Slender le miraba muy cerca, amenazante, mientras sus
tentáculos se acercaban. Y al fin, Luís volvió a desmayarse, para aparecer en
otro lugar completamente distinto. Esta vez, era una casa vieja, negruzca y
antigua, a su derecha había un niño sentado en el suelo, llevaba una bufanda y
una chaqueta polvorienta, estaba llorando. Lo reconoció como el niño de la
última pesadilla que tuvo, se acercó con miedo, pero esta vez escuchó un ruido
detrás suyo, un joven chico, de ojos y pelo negro, con camisa blanca sucia y
tejanos rasgados, acababa de subir las escaleras y fue rápidamente con el niño;
comenzó a hablarle en un extraño idioma mientras el niño levantaba la cabeza.
El niño ya tenía un rostro normal, de ojos y pelo negros, semejantes al del
otro chico, lo único extraño era la marca azul que tenía en su frente, era el
símbolo de slender: el círculo y el aspa que lo cruzaba. El pequeño negaba una
y otra vez con su cabeza mientras el adolescente le hablaba. Mientras Luís
observaba la escena, los susurros de Slender volvieron y le dio otro espasmo en
la cabeza. Tras eso, Luís podía entender lo que decían como si hablaran su
idioma.
-Tranquilo, Loik. Los hombres de traje ya se han ido.
-¡No, no, no! –repetía el niño una y otra vez.
De pronto sonó la madera romperse y el adolescente se
giró rápidamente para ir a las escaleras de nuevo. El niño se volvió a tapar la
cara, llorando. Luís decidió ir a ver que ocurría fuera de la habitación, dándose
cuenta de que ahora flotaba a escasos centímetros del suelo. Llegó a las
escaleras y vio como el chico estaba frente a un pequeño grupo de hombres
trajeados con sombrero, el que más resaltaba era uno calvo y trajeado, de ojos
azul muy claro.
-Señor Irinov, ¡le prometo que le daré el dinero pronto!
-no puedo esperar más, Mikael… –el hombre se puso cara a
cara con el adolescente, amenazante y le dio en pecho con el dedo índice. –si mañana
no nos traes el dinero a las siete de la tarde… nos llevaremos lo que más te
importa. –el hombre miró a Luís y por un segundo su rostro se desvaneció y se
asemejó increíblemente a Slender. A Luís le empezó a doler fuertemente la
cabeza. El hombre bajó la mirada y volvió a la normalidad– he dicho.
Todos los trajeados se fueron de la sala y el chico miró
a las escaleras, ahora tenía en la frente el símbolo de slender, como una cicatriz,
negruzco.
La escena volvió a cambiar, ahora era de noche y Luís
estaba en el bosque. Vio que había alguien con una linterna a lo lejos, se
acercó y vio a Frederick Gaspard, padre de Jacob, aunque algo más joven. Buscaba
a alguien desesperadamente. De pronto apareció una mujer rubia y ambos se
abrazaron. “¿Elizabeth Eugene?” –pensó Luís– Elizabeth comenzó a hablarle,
asustada, pero Luís no podía oír lo que decían. Curiosamente, Luís se fijó que
Elizabeth tenía el símbolo de Slender en la frente, negro. Elizabeth parecía
estar describiendo algo que había visto y Frederick le miraba extrañado. De pronto,
en la frente de Frederick se marcó el símbolo de Slender de color negro, y en
la frente de Elizabeth la marca se volvió roja. Elizabeth apuntó, horrorizada,
entre los árboles y Frederick enfocó con la linterna, estaba Slender. Frederick
sacó su revólver y le disparó, inútilmente. Ambos se fueron corriendo en dirección
contraria y Slender se acercaba lentamente a Luís, este estaba inmóvil y no
podía hacer nada, mientras se acercaba Luís tuvo una visión con todos los
cadáveres de las víctimas de Slender con la marca en la frente, pero roja como
la sangre. Al final, Luís se vio en un lugar completamente negro y flotando,
frente suyo estaba Slender, quien invocó sus tentáculos, los cuales se fueron enrollando
uno a uno en las piernas y brazos del chico, hasta que Slender tocó la frente de
Luís con su dedo índice, marcándole con
su símbolo negro. Luís despertó en ese instante justo, estaba de nuevo en la
callejuela. Se levantó como pudo y miró a su alrededor, no había nadie. No dijo
nada, simplemente se quedó un rato en silencio y asintió con la cabeza,
caminando hacia su apartamento
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