La policía se llevó a Luís a comisaría, donde prepararon
una interrogación para aclarar el misterio. Luís se sentó en una silla, cuando
apareció un cuarentón vestido con el uniforme de policía, su pelo era negro,
corto y encrespado, con algunas canas, tenía una barba de tres días. Dejó sobre
la mesa una carpeta con informes del caso y se sentó frente a Luís.
-Veamos… Luís Porter Codina. Tutora legal: Carmen Codina
Hernández. Residencia: Barcelona. Residencia del tutor legal: Madrid –el
policía miró de reojo a Luís– ¿y eso?
-… –Luís suspiró y respondió– Mi padre me trajo aquí hará
unos cinco años. Como era un alcohólico era yo quien le cuidaba.
-En el informe consta como fallecido. Motivo: accidente
de coche.
-Así es… aquella noche había sido escogido para que
condujera de vuelta, pero se pasó con las copas y… en definitiva, me
independicé y decidí quedarme aquí.
-De acuerdo, todo en orden. Si no le importa, Luís,
empezaremos con el caso. ¿Dices que conocía a ese hombre?
-En efecto, el otro día volvía de Francia y hablé con él.
Tras eso desapareció
-Dígame, Luís, ¿qué le dijo exactamente?
Luís pensó un buen rato antes de contestar, pensó que era
mejor omitir la parte relacionada con Slender, o lo tomarían por loco.
-Lo cierto es que el hombre estaba desquiciado, incluso
tenía la intención de suicidarse con un revólver. Estaba obsesionado con que
“algo” le perseguía, estaba completamente paranoico. Después de la conversación
fui a avisar a un vigilante que
había en otro vagón, y al volver no
estaba…
-Hum… todo lo que dices encaja en el informe, se tendrá
en cuenta tu testimonio. Y lo cierto es… que dejando de lado las pruebas
forenses que debemos hacer aún, todo indica que podría tratarse de un suicidio…
hace diez años murió la esposa de ese hombre, desde entonces ha presentado
muchos síntomas de locura. En fin, gracias por su ayuda, Luís –ambos se
levantaron y el policía le abrió la puerta a Luís, pero este esperó un momento antes de salir.
-dígame, el hombre se llamaba por casualidad… ¿Jacques
Gilbert? –el policía se sorprendió mucho al oír aquel nombre, se quedó
pensativo unos instantes y se puso serio.
-No. Su nombre era Frederick Gaspard. –Luís abrió los
ojos como platos al oír el apellido “Gaspard”
De pronto, oyó a lo lejos una voz familiar. Resonaba en
la recepción de la comisaría.
-¡Déjenme pasar! ¡Está ahí mi padre, ¿verdad?!
Luís salió del despacho del policía y fue a la recepción a
ver qué ocurría, allí vio como Jacob Gaspard trataba de pasar, con dos policías
impidiéndoselo.
-Tranquilícese, le atenderemos más tarde.
-¡¡No, allí está mi padre y lo sé!!
Luís se dio cuenta de que uno de los dos policías era
quien se lo llevó cuando encontraron el cadáver, avanzó hacia ellos y trató de
pararles.
-¡Es mi amigo, puede pasar! –el policía vio a Luís y
asintió.
Jacob se acercó a
Luís y este le miró en silencio. Jacob le miró de reojo, inseguro, Luís
negó con la cabeza y puso la mano sobre su hombro, no era necesario decir más.
Jacob asimiló lo que sucedía y abrazó a Luís mientras lagrimaba. Luís alargó el
abrazo un buen rato, le recordó al día en que perdió a su padre, en una
situación muy semejante. Luís tuvo la… “suerte” de que nunca se llevó bien con
su padre, pero la tristeza de Jacob y su afán por encontrarle demostraban su
amor.
Mientras la policía hablaba con Jacob, el inspector que
atendió a Luís volvió y le puso la mano en el hombro a Luís
-Mira, chico… quiero que sepas que, si tienes cualquier
problema… pregunta por el Inspector Rafael Rodríguez, di que son asuntos
familiares.
El Inspector Rodríguez se alejó dejando a Luís extrañado,
dedujo que el caso le había interesado de alguna manera. Luís miró el pensativo
el pasillo por donde se había ido el Inspector Rodríguez, buscando la relación
entre aquel hombre y todos aquellos acontecimientos. Jacob salió de la
interrogación, miraba al suelo callado y se sentó en un banco. Luís se sentó a
su lado y trató de animarle.
-Lo siento muchísimo, Jacob… –Jacob seguía callado,
mirando al suelo– si quieres… puedes quedarte un tiempo en mi apartamento.
-M-muchas gracias, Luís… pero no quiero estorbarte.
-Tranquilo, siento… la necesidad de ayudarte. Hasta que
vuelvas a Francia puedes quedarte por aquí, hasta que se aten cabos en el caso.
- *snif* Gracias, Luís. –Jacob se levantó y Luís le
acompañó hacia la salida– Luís…
-¿Si, Jacob?
-¿Crees que mi padre se suicidó de veras?
-… –Luís calló un rato, pensando que contestar– lo cierto
es que no lo sé. Pero no le des más vueltas a su muerte, puedes hablarme de él
en el apartamento.
Luís fue hacia su coche, que había sido cogido por la
grúa y llevado a la comisaría en busca de posibles pruebas. Un policía le dio
las llaves y se subió con Jacob. El camino transcurrió en silencio, Jacob
todavía lo asimilaba, Luís sabía la verdad, sabía quién era el asesino… pero no
podía decírselo a su amigo. ¿Cómo se le puede decir a un amigo que su padre ha
sido asesinado por un ser como Slender? El coche llegó al portal.
-Aquí es… –Luís y Jacob subieron al tercer piso y
entraron en el caótico apartamento– ya sé que no está muy ordenado, pero se
puede vivir e él.
-¿¡Pero esto que es!? ¿Cómo puedes vivir así?
-¿Ocurre algo? –dijo Luís, viendo como Jacob empezaba a
recoger la ropa
-Odio el desorden, ¡dime donde está la lavadora y el
armario y empiezo a recoger!
-Jeje… –Luís sonrió al ver a Jacob distraído con algo que
no fuera la reciente muerte de su padre.
Pero algo seguía distrayendo a Luís, había tres
misterios: Porqué Slender mató a Frederick Gaspard, porqué se había manifestado
ante Luís en aquellas ocasiones, y por último… ¿Qué relación tenía el Inspector
Rodríguez en todo esto, como para interesarse en el caso hasta el punto de
considerarlo, “asuntos familiares”?
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