Romero aguardaba en su estudio, siguiendo por su monitor
cómo Luís y Jacob avanzaban. Y cuando por fin entraron en el campo magnético de
El Núcleo, y estaban seguros, abrió las primeras compuertas del garaje.
Rápidamente fue a las escaleras para bajar. Y Cuando Luís y Jacob ya llegaban
al otro lado del largo túnel, Romero ya les abría las puertas para que
entraran. No esperaron a aparcar correctamente, pararon la moto y se bajaron.
Luís estaba mareado, todavía traumatizado.
-¿¡Estás bien, Luís!? –le preguntó Romero, ayudándole a caminar.
-Sí, sí… sólo un poco mareado, eso es todo.
-¿Y Emilie…? –Luís no pudo contestar, así que Jacob le dio
la mala noticia. Romero no dijo nada y les acompañó de nuevo a las escaleras.
-Lo siento mucho por ella… pero no es momento de lamentos,
hemos de desarrollar la cura lo más rápido posible.
-Slender… entró dentro de Emilie… nos dijo que nos
mataría, y que ya tiene otro objetivo…
-¿Quién…?
-El Inspector Rodríguez…
-…Entiendo. En tal caso le llamaré yo mismo para que venga
aquí, hemos de protegerle. –Los tres juntos llegaron a la gran sala blanca que
daba al estudio de Romero.
– He avanzado bastante en el desarrollo de la Cura, en un
par de días tendré…
De pronto, Romero escuchó un sonido proveniente de su
estudio. Rápidamente se acercó para comprobar que sonaba una alarma.
-Es el radar… detecta el campo electromagnético de
Slender, pero está… -Romero inmediatamente se giró para mirar a Luís y Jacob.
De pronto, de la boca de Luís salió una enorme nube de
vapor que tomó la forma de Slender. Luís cayó al suelo desmayado y Jacob dejó
ir un grito al verlo. Romero, quien ya se lo temía, se apresuró a presionar un
botón de su estudio que dejó todo el laboratorio en estado de alerta. De los
conductos de ventilación que había en las paredes y el techo, unos aspiradores
comenzaron a absorber el aire. Romero comenzó a teclear un código mientras
Slender corría tras él, pero no llegó a tiempo antes que El Núcleo liberara una
onda electromagnética que evaporó a Slender, quien fue absorbido por los
aspiradores.
-Bajad al sótano, quedaos en el Panel de Control del
Núcleo. Yo estaré con vosotros lo más rápido que pueda. Sed rápidos, todo este
sistema es provisional, no detendrá a Slender mucho tiempo… –Jacob asintió y
levantó a Luís, quien comenzó a recuperar el conocimiento. Le ayudó a moverse
hacia las escaleras.
-Jacob, yo… lo siento mucho…
-Tranquilo, amigo, todo irá bien…
Romero siguió en su estudio poco rato más, tecleando en el
panel y recogiendo fotografías y documentos. Jacob, con Luís a cuestas, ya
había llegado al Panel de Control, pero Slender se apareció delante suyo. Sin
saber cómo reaccionar, sacó su revólver instintivamente, pero Luís trató de
bajar su brazo.
-¡Recuerda que sólo tienes dos balas! –Jacob miró a Luís,
cómo tratando de preguntarle qué hacer. Cuando los dos oyeron la voz de Romero
al otro lado de la sala.
-¡La palanca de la derecha! –gritó. Jacob obedeció y, al
bajarla, el Núcleo liberó otra onda que lanzó a Slender contra la pared,
debilitándose, y dándole una oportunidad a Romero para llegar hasta ellos.
Romero pulsó un botón y bajó otras dos palancas,
accionando un conducto que hizo el mismo efecto que los aspiradores de la sala
superior. Slender fue absorbido hasta la enorme sala dónde estaba el Núcleo.
Inmediatamente después, Slender trató de romper el cristal de un impacto.
-Los cristales no aguantarán mucho a este paso… Quedaos
aquí, y si se rompe, dadle al botón rojo y a la palanca. –Romero siguió por el
pasillo hasta llegar al laboratorio donde tenía todos los productos químicos.
Todas las luces de la sala explotaron, soltando chispas, y los cables
comenzaban a desprender electricidad por culpa de la presencia de Slender.
Jacob observaba a Slender tras el cristal, cuando vio que Luís se caía al
suelo, totalmente débil.
-¡¡Luís, aguanta!! –le dijo Jacob, sujetándole la cabeza y
tratando de despertarle.
Romero tomó el prototipo de la Cura y lo introdujo en dos
tubos de ensayo, los cuales tapó con dos corchos. Tras agarrar un par de cosas
más y guardárselas en los bolsillos, recubiertas de papel para protegerlas,
volvió al pasillo.
-¿Está bien Luís? –dijo, sin siquiera mirarle, yendo
directo al panel.
-Está muy débil, la presión de Slender es muy fuerte,
incluso yo puedo notarla…
-Entonces, cómo temía, una simple onda no bastará… Cuida
de Luís, es hora de que me ocupe de Slender personalmente.
Romero entró a un pequeño pasillo de doble puerta, y tras
teclear un código, entró en la enorme sala dónde el Núcleo giraba lentamente,
emitiendo una leve aura azulada. Slender se daba cabezazos contra el cristal
tratando de escapar. Sin demora, Romero fue directo hacia el control manual del
Núcleo, pero Slender le barró el paso.
Jacob observaba, sujetando a Luís, como avanzaba Romero,
desde el Panel de Control. Pero de pronto, Luís se lanzó a su cuello y trató de
estrangularle. En el suelo, Jacob vio que los ojos de Luís estaban cristalinos,
como los de un ciego. Trató de resistirse, pero Luís era muy fuerte para él.
Romero sorteó a Slender para acercarse más al control
manual, pero este le agarró del pie con uno de los tentáculos y lo elevó, boca
abajo.
Luís, poseído por Slender, seguía estrangulando a su amigo
Jacob, cuando este le dio una patada y le giró, comenzó a golpearle en la cabeza
para hacerle entrar en razón. Pero entonces Luís le empujó contra la pared y
ambos se levantaron. En ese momento, Luís sacó su navaja y amenazó a Jacob con
ella. Slender golpeó a Romero contra el suelo varias veces. A la cuarta, Romero
miró fijamente a Slender y le clavó en el tentáculo una aguja con un líquido
azul en su interior. Todo el cuerpo de Slender comenzó a temblar y a escocer, y
sus tentáculos se evaporaron. Luís agarró a Jacob de la cabeza y se disponía a
rajarle el cuello. En ese momento, Romero subió por unas pequeñas escaleras
hasta el control del Núcleo, y se giró para ver a Slender en el suelo, tratando
de llegar hasta el. Romero tuvo un momento de piedad, pero entonces golpeó uno
de los botones, liberando toda la energía almacenada en el Núcleo, el cual
liberó una onda electromagnética brutal. La onda destrozó el panel de control,
lanzando a Luís y Jacob contra la pared y haciendo que perdieran el
conocimiento.
Cuando Luís abrió los ojos, estaba cubierto de escombros.
Se levantó con las fuerzas que le quedaban. Fue hasta Jacob y le levantó del
suelo. En ese momento, le miró fijamente a los ojos y este le abrazó. Tras eso
ambos comenzaron a buscar a Romero entre los escombros, hasta oír sus quejidos
de dolor bajo varios cables y placas de metal.
-Cof, cof… ¿es-estais bien…? –dijo con un hilo de voz, a
lo que los chicos asintieron. Romero tenía un cristal de las gafas roto, y
goteaba sangre de su boca– He… explosionado el Núcleo. Eso debería bastar para
que Slender desaparezca un buen rato…
-Vamos, Romero, tenemos que sacarte de aquí…
-No… mi camino ha terminado… -Romero sacó de su bolsillo
dos recipientes con un líquido azul, y dos jeringas, ofreciéndoselo a los dos
chicos– Esta es la Cura… no he logrado que transfiera el alma de Loik a otro
cuerpo, pero… tendréis que matarle. Clavad la aguja con el líquido en su
cerebro, es la única manera… –en ese
momento sonó una explosión y todo el edificio retumbó– No tenéis mucho tiempo,
he llamado a un equipo SCP que tendría que venir pronto en helicóptero. Subid
al tejado, les he dicho que os lleven a donde deseéis… Os ayudarán a vencer a
Slender…
-No… no, por favor, Dr. Romero, no mueras… ¡¡no ahora!!
–le dijo Luís, cogiéndole de la mano.
-Mi cometido ha terminado, debéis ser vosotros los que acabéis
con todo esto… confío en vosotros…
Romero cerró los ojos y Luís soltó su mano. Tras unos
largos minutos de silencio, se levantaron.
-Vamos, Luís, hemos de subir al tejado.
-No… esto tiene que terminar aquí y ahora. Yo me
enfrentaré a Slender, diles que te lleven lejos de aquí.
-¡¡No, Luís!! ¡No pienso abandonarte ahora…!
-¡NO QUIERO QUE MUERA NADIE MÁS! –Le gritó, casi
sollozando– Estoy harto… todas estas muertes… son todas mi culpa… Vete, por
favor.
Jacob no pudo decirle nada, y dejó a Luís sólo. Comenzó a
subir las escaleras, escuchando el ruido de un helicóptero rondando la zona.
Cuando llegó al penúltimo piso pudo oír los pasos de los agentes de SCP. Al
otro lado de un pasillo incendiado había un grupo de cuatro agentes, vestidos
de negro, con chalecos y máscaras de gas.
-¡Eh, tu, quédate ahí, ahora venimos a buscarte!
Abajo, en el sótano, entre los escombros, Romero abrió los
ojos con sus últimas fuerzas. Sacó de su bolsillo una fotografía.
-He hecho… lo correcto, madre. Ahora está en sus manos…
–y, así, dejó ir un último suspiro, soltando la fotografía de su madre.
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