Romero llevó a Luís y Jacob hasta un garaje donde sólo había un coche
todoterreno y les dio las llaves.
-Recordad que es mi único vehículo, traedlo de vuelta.
-No te preocupes, volveremos en cuanto tengamos a Emilie
con nosotros. –le contestó Luís, subiendo al coche.
-Procura no pensar demasiado en Slender ni que te afecte…
y sobre todo, tened mucho cuidado.
-Tranquilo, no es la primera vez que nos enfrentamos a él,
no habrá problema. –Luís arrancó el coche y lo condujo hacia un largo túnel.
-Eso espero… -Romero volvió al laboratorio para cerrar la
entrada del túnel y abrir la salida, viendo por sus monitores como el coche
salía en dirección a Font Romeu.
Nada más salir del alcance de El Núcleo, Luís sintió los
susurros de nuevo como agujas en su cabeza. Jacob comprobó su revólver, aún
quedaban tres balas. Cerró el tambor y se lo guardó bajo la chaqueta. En menos
de un cuarto de hora llegaban a Font Romeu, un pequeño pueblo francés que subía
por la ladera de una montaña. Luís aparcó entre unos árboles.
-Seguiremos a pie, no queremos que Slender nos estrelle
otro coche…
Luís guio a su compañero subiendo por las calles, hasta
llegar a la casa donde vivía Emilie. En seguida se percataron de que las luces
de los alrededores de la casa parpadeaban o ya ni siquiera funcionaban. Luís y
Jacob se acercaron al jardín y, con sumo cuidado, entraron en el garaje a
escondidas, dónde aún estaba la moto de Emilie por reparar. Luís vio que las
llaves estaban puestas, seguramente para probar si funcionaba. Lentamente se
adentraron más en el garaje, encendiendo sus linternas. Luís fue directo a una
puerta y la abrió con cautela. Detrás había un pasillo, y más allá sólo
oscuridad. El pasillo seguía recto, pasando por puertas a diferentes
habitaciones, y por las escaleras que llevaban al piso superior. Y cuando
llegaron al final del pasillo iluminaron lentamente el suelo del comedor.
Primero vieron manchas de sangre enormes en el suelo, poco a poco la luz avanzó
dejando ver dos cadáveres en el suelo. Ambos tenían el pecho perforado. Luís
sintió nauseas al verlo, no podía dejar de iluminarlos con la linterna, cuando
Jacob le dio un leve codazo, para que mirara lo que él alumbraba.
Al otro lado de la sala, para horror de Luís, Slender los
observaba, mientras uno de sus tentáculos se clavaba en la nuca de Emilie, la
cual se mantenía flotando unos centímetros por encima del suelo, sujetada por
el ser, con las cuencas de los ojos vacías, de las que todavía goteaban
lágrimas de sangre. Luís al verlo se quedó totalmente paralizado y horrorizado.
-El juego… ha terminado –dijo Emilie, en castellano y con una
voz casi robótica. Luís se mantenía, con los ojos empapados en lágrimas,
mientras que Jacob temblaba de miedo– Habeis… tardado mucho… en morir… Las
normas… del juego… han cambiado. El nuevo objetivo… ha sido… seleccionado…
Rafael Rodríguez Gilbert… Ahora vosotros moriréis. –Jacob sintió un escalofrío
por todo el cuerpo, pero se percató de que Luís levantaba la cabeza.
-No… no puedes cambiar las reglas a estas alturas… ¡NO
AHORA! –Luís dio dos pasos hacia Slender, mirándole con furia y, a su vez,
tristeza. –Todas estas muertes… ¿¡sólo por lo que te hicieron!? ¡¡Tu hermano
Mikael te quería!! ¡Estaba haciendo lo mejor para los dos, él no tuvo culpa de
nada! Fue el Doctor Romero quien… -Slender, furioso, liberó de su espalda una
decena de tentáculos que apuntaron a los dos chicos. Jacob sacó inmediatamente
el revólver– Por favor, Loik… esto ha llegado demasiado lejos… ¿¡Es que no
existe ni siquiera una pizca de misericordia en tu mente!? –Entonces, Luís
abrió los ojos como platos, cómo al percatarse de algo. Slender, retiró los
tentáculos, pero temblaba, furioso– Es eso… ¡perdonaste al Inspector
Rodríguez…! Él era cómo tú, ¡un niño que iba a ser condenado por los errores de
su hermano mayor! Y por eso le perdonaste… ¿¡y ahora vas a acecharle de nuevo!?
Sé que todavía existe un poco de humanidad en ti, Loik… Déjanos ir ahora,
encontraremos una cura, ¡y entonces podrás volver a ser cómo eras! ¡Dejarás de
ser un monstruo! –Slender hizo desaparecer los tentáculos y Luís notó que la
presión en su mente disminuía.
-… No hay… vuelta atrás… Morireis. –Slender lanzó el
cadáver de Emilie contra Luís, quien se agachó inmediatamente para esquivarla.
Comenzaron a correr de nuevo al pasillo, perseguidos por
Slender. Luís paró en seco para ver el cadáver de Emilie, sintió la tentación
de ir, de verla una última vez, pese a que sabía que sólo habría hecho las
cosas aún más dolorosas. Entonces, Jacob apartó a Luís a tiempo para disparar a
la frente de Slender, dejándolo inmovilizado, y se llevó a su amigo de vuelta
al garaje, donde cerraron la puerta y la bloquearon.
-¡Rápido, debemos ir al coche!
-No, nos alcanzará antes de que lleguemos…
-¿¡Y que propones, Luís!?
Entonces, Luís miró a su alrededor, y vio la moto averiada
de Emilie. Se subió y trató de hacerla arrancar. Podía oír cómo Slender trataba
de tirar la puerta abajo. Jacob se dispuso a reprocharle algo a Luís, pero
viendo que no había tiempo le ayudó a hacer arrancar la moto. Slender se
convirtió en neblina y comenzó a colarse por debajo de la puerta, poco a poco
se fue formándose su figura, a su vez que se abalanzaba sobre ellos. Cuando,
por fin, la moto arrancó y ambos salieron disparados del garaje. Slender volvió
a convertirse en neblina y se desplazó por el aire, persiguiéndolos. Allá dónde
iban, las farolas se encendían y apagaban, y de los cables saltaban chispas. De
pronto, Slender se apareció justo frente a ellos. Luís no frenó, por el
contrario, aceleró, dispuesto a impactar contra él. Y en el momento del
impacto, se volvió a evaporar, y los dos chicos volvieron a sentir unos
chillidos en sus mentes.
Tras eso lograron dejar atrás a Slender, volviendo por el
mismo camino, hacia el Laboratorio de DR. Pero, durante todo el trayecto, Luís
estuvo llorando por Emilie. Pensando en que no podría volver a ver sus ojos, no
podría volver a abrazarla, ni hablar más con ella. Luís se prometió a sí mismo,
que esa sería la última vez que Slender se cobraba una vida.
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