Habían pasado tres días desde la desaparición de Luís y Jacob,
el Inspector Rodríguez, totalmente cansado de investigar, volvió a su
apartamento para descansar. Dejó su gabardina en la percha y rápidamente se
estiró boca arriba en la cama, solo para descansar unos segundos. Comenzó a
pensar, en Luís y en Jacob, y cuanto más pensaba menos sentido le veía a su
repentina huida. No podía entender que podía llevar a un chaval de veinte años
secuestrar a otro chico. Había hablado con su madre y con todo el que le
conociera, y todos coincidían en que nunca hizo nada sospechoso y siempre era
agradable.
Rodríguez se levantó de la cama y fue hacia su mesa, donde
había dejado una carpeta con detalles sobre el caso, fue a abrirla, cuando notó
un pinchazo en su cabeza y tuvo que cerrar los ojos, apoyándose en la mesa,
debido al dolor provocado. Comenzó a notar un
fuerte pitido en su cerebro que le torturaba.
-No… ¡Otra vez no…! –se dijo a sí mismo, presionándose la
frente con la palma de la mano. Comenzó a oír los susurros de nuevo, aquellos
susurros que le atormentaban desde que era un niño. Era un dolor insoportable
que había sentido varias veces a lo largo de su vida. No entendía que eran
aquellos susurros, que le decía. Pero sólo se planteaba una pregunta– ¿Porque…?
¿¡Porque a mí…!?
Lejos de Barcelona, en la frontera francesa, ya comenzaba
a anochecer, mientras Luís, Jacob y Romero paseaban por aquellos pasillos
blancos, conversando y explicando anécdotas. Pero, al pasar al lado del estudio
del Doctor Romero, oyeron una voz saliendo de uno de los aparatos.
-“Doctor Romero, detectamos una anomalía electromagnética
cerca de su posición. ¿Mandamos un helicóptero?” –Romero se acercó a oírlo de
cerca, y apretó un botón para
contestarle.
-Tranquilos, lo tengo bajo control, es un experimento.
–tras soltar el botón se dirigió a los dos chicos. –Los de SCP me tienen bien
cogido, vigilan todos mis movimientos, me ha costado mucho que no supieran de
la existencia de Slender…
-SCP era el grupo para el que trabajabas, ¿no? –preguntó
Jacob
-Era el grupo para el que trabajaba mi padre, los que le
proporcionaron este laboratorio. “Society Confidential of Paranormality”. Son como la CIA europea,
para haceros una idea, solo que, honestamente, estos son más serios. Tienen
toda la información confidencial que os podáis imaginar. Lástima que tenga
prohibido daros detalles… Siempre detectan la anomalía que provoca la presencia
de Slender, y se supone que mi trabajo es investigarla. Me proporcionan agentes
para colocar cámaras, víveres para sobrevivir aquí dentro, y con una sola orden
pueden evacuarme a donde yo les pida.
-¿Y que es esa anomalía, si se puede saber? –dijo Luís,
intrigado.
-Cómo ya os dije, lo que vuelve a Slender inmortal es un líquido
que se ha unido al ADN de su cerebro. Este “liquido” ahora está evaporado y es también
lo que le permite desvanecerse a voluntad y hacer que los aparatos electrónicos
dejen de funcionar. Los radares de SCP usan ondas electromagnéticas, que al
chocar con este material crea esta anomalía.
-Pero dijiste que tu trabajo es investigarla… ¿porque te
han llamado entonces?
-Desde que llegasteis, la actividad neuronal de Slender ha
ido aumentando cada vez más. Se va moviendo, a veces en Barcelona, otras por
los alrededores del laboratorio… pero parece que ahora se está concentrando en
Font Romeu.
-Allí vive Emilie… -pensó Luís en voz alta, por error.
-Mientras no haya visto a Slender antes estará a salvo,
Luís.
-Ya, lo se… Y aunque lo viera, a lo mejor hace una
excepción.
-No, créeme, Luís –dijo, casi con una risa irónica –Slender
no hace excepciones nunca.
-Y… ¿qué hay de Rodríguez? Él mismo me dijo que vio a
Slender cuando era niño, antes de llevarse a su hermano.
-Pero eso resultaría… imposible…
-“Doctor Romero, la anomalía está muy activa, ¿seguro que
podrás controlarla?”
-será mejor que os vayáis por ahora… -dijo Romero justo
antes de volver a presionar el botón– Estoy tratando de detectar su núcleo, me
llevará un rato…
Jacob y Luís volvieron a los pasillos dejando a Romero con
sus asuntos, mientras conversaban. Jacob notó a Luís inquieto, temeroso de
algo. A diferencia de él, que se había relajado en cuanto llegó, Luís estaba
constantemente alerta, Slender le quería muerto para seguir con su juego.
-Puedes estar tranquilo, Luís… Slender no podrá entrar
aquí, y Romero conseguirá hacer la cura, ya lo verás.
-No es eso lo que me preocupa… -Luís se apoyó en una
ventana, viendo entre las montañas el ocaso, cubriendo el cielo con el manto de
la fría noche– estoy preocupado por Emilie, y por el Inspector Rodríguez. Una
vez traté de que Emilie me ayudara a investigar a Slender, y el propio inspector
me contó que le vio de pequeño. ¿Y si les pasara algo?
-Slender está jugando con nosotros, seguirá sus propias
normas, no les hará nada.
-Ellos dos… salen en mis pesadillas. Ambos, mueren. Es
como si… estuviera conectado con Slender, o si estuviera viendo… el futuro. –Inesperadamente,
Jacob abrazó a su amigo y le dio unas palmadas en la espalda.
-Es normal tener miedo, y más aún con todo esto. Hace dos días
yo estaba muerto de miedo, pero tú me salvaste varias veces de ese… monstruo.
Fuiste valiente, Luís, y no todos podemos decir eso. Quiero que sigas igual de
valiente hasta que todo esto termine. ¿Me lo prometes? –Luís asintió, casi con
los ojos empapados, cuando sonó su móvil. Sin demora alguna contestó.
-“Luís, tengo… mucho miedo. Están pasando cosas raras aquí”
–decía la voz de Emilie al otro lado, sollozando.
-¿¡Emilie!? ¿¡Que ocurre, estás bien!?
-“La luz no funciona pero la tele se enciende sola y se
apaga, hace ruidos raros, mi familia también lo siento, yo… no sé qué me pasa,
es algo extraño… tengo miedo, Luís…”
-¡Tranquila, iré ahora mismo a buscarte! No te muevas de
ahí, escúchame, mantén la calma. Te… te quiero. –no pudo evitar decir al final.
Tras colgar el teléfono volvió al estudio de Romero
corriendo, le avisó de lo que escuchó en la llamada y este comenzó a analizar
la anomalía de nuevo.
-¡Podemos ir a buscarla y traerla aquí! Estaremos a salvo
hasta que todo esto termine.
-¡pero Luís, es muy peligroso salir ahora, está claro que es
una trampa para matarte! Además, Slender no puede hacerle nada…
-Nada me impedirá salvarla de él. Iré a buscarla.
-Entonces iré contigo. Al fin y al cabo Slender te busca a
ti y no a mi.
-De hecho, estoy empezando a dudar de eso –dijo Romero,
recolocándose las gafas– La herida de tu brazo te la hizo Slender, tratando de
agarrarte, ¿verdad? Si lo que Luís ha dicho es cierto y Rodríguez es una
excepción, puede que Slender no siga una pauta tan fija después de todo. Si es
capaz de hacer excepciones también es capaz de cambiar las reglas del juego.
Tal vez todavía es algo “humano”. Creo que Slender se ha cansado de jugar, creo
que quiere terminar el juego de una vez por todas y matará a todo el que se
cruce en su camino.
-Entonces… ¿qué hacemos?
-Tal y como estoy avanzando en la cura, tardará todavía mucho.
He creado un compuesto que podría matarle, pero no curarle… Id y salvadla, sé
que, juntos, podréis. Os habéis enfrentado a Slender varias veces, podréis con
esta y la traeréis aquí. Tras desinfectaros a los tres no habrá peligro.
-Gracias, DR.
-Sé rápido, Luís. Ella te necesita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario