Ya muy lejos de Barcelona, la
lluvia casi había cesado por completo. El silencio en el coche solo se veía
perturbado por el ruido del motor que resonaba. Luís miraba a la carretera con
la mirada perdida. Solo seguía y seguía camino hacia Francia, donde debería
encontrarse al fin con DR. Jacob estaba a punto de dormirse a su lado, haciendo
caso al consejo de Luís, sin pensar en Slender. La carretera era sinuosa y
atravesaba un frondoso bosque, donde había muy poca visibilidad. Fue entonces cuando Luís notó algo familiar
entre aquellos viejos e imponentes árboles. Había algo allí que Luís sabía que
era importante.
Vio un desvío en la carretera,
donde un camino de tierra se adentraba en el bosque.
-¿Porque nos desviamos…?
–Preguntó Jacob, incorporándose y frotándose sus ojos cansados.
-No estoy muy seguro, pero creo
que aquí hay algo que debemos ver…
El coche atravesó lentamente el
bosque hasta llegar a un pequeño claro donde una vieja mansión se imponía,
rodeada por una pequeña muralla de piedra gastada. Luís frenó y cogió una
linterna de la guantera. Al salir los dos del coche, Luís abrió el maletero y
rebuscó entre mantas y trastos hasta hallar una linterna algo más pequeña, se
la dio a su compañero.
-Ten esto. No es tan buena como
la mía, pero te bastará. –Encendieron las linternas y caminaron hacia aquella
casa con pasos firmes pero lentos.
-No creo que esto sea buena
idea, Luís…
-Si te digo la verdad, yo
tampoco lo creo… pero algo me dice que tenemos que entrar ahí. –Luís presenció
entonces una visión, semejante a un flash, al observar la fachada de la casa.
Aquella vieja fotografía que encontró una semana atrás al lado de un sobre. Un
científico, su pareja y su hijo frente a una gran mansión. Allí estaba, era la viva
imagen de aquella fotografía.
Casi hipnotizado por el
misterio, fue hacia las puertas de la casa sin dudar ni un segundo y abrió las
puertas con un fuerte empujón. Jacob le siguió, sin estar demasiado seguro de
lo que hacían. Con las linternas iluminaron un enorme vestíbulo, con dos
escaleras en los laterales que subían al segundo piso, donde un pasillo
colgante, rodeado por una pared a un lado y barandas por el otro, y decorado
con armarios y mesillas, llevaba a varias puertas cerradas. Al otro lado del
vestíbulo había un pasillo con varias
puertas y, al fondo, solo oscuridad.
-Parece que no hay luz… Jacob,
podrías buscar el generador, por si está parado, nos vendría bien un poco de
luz si queremos inspeccionar la casa.
-De acuerdo… ¿pero qué buscamos
exactamente?
-Algo que nos ayude a averiguar
que sucedió aquí.
-¿Cómo estás tan seguro de que
aquí ocurrió algo? –Luís iluminó el suelo del vestíbulo para que Jacob viera
una mancha de sangre seca en el suelo. A partir de ahí Jacob calló y se dispuso
a buscar el generador.
Luís comenzó a subir las viejas
y rechinantes escaleras, observando las paredes agrietadas y deterioradas. Y
las telarañas formadas en las esquinas y rincones. Abrió una de aquellas
puertas y se encontró con una habitación algo más limpia que las demás, con un
pequeño televisor que tenía ya sus quince años. En una mesita, al lado de una
cama, había una carta. Luís la iluminó y comenzó a leerla.
“No puedo más, DR. He hecho
todo lo que me dijiste, dejé de demostrar la existencia de… de eso, pero digas
lo que digas no puedo deshacerme de todo este material que he ido recopilando.
Como me dijiste, he venido a la mansión que me marcaste, pero esa cosa sigue
viniendo, cada noche le veo, observándome entre los árboles. No puedo dormir,
no puedo descansar, si lo hago se aparece en mis pesadillas, ya no sé qué puedo
hacer. Llevo ya tres meses aguantando esto y aún no te he visto en persona. Si
sigo así mucho más, me veré obligado a”
Y el resto de la carta era
ilegible, ya que había caído una mancha de tinta encima. Luís volvió a dejar la
carta sobre la mesa y vio un cajón en esta. En su interior había varias cartas
más, desordenadas. Cogió una al azar y la iluminó para leerla.
“Señor Francisco Rodríguez, sé
qué clase de ser le está persiguiendo, y puedo ayudarle. Pero para evitar que
haya ningún problema, es preferible que pare de inmediato su búsqueda de
pruebas, debe evitar que nadie más sepa que le está persiguiendo. Si la cosa
empeora, deberá venir a mi mansión, donde podré contactar con usted más
fácilmente. Si necesita consejo o ayuda, no tiene más que dejar una carta en su
buzón antes de las ocho, mi mensajero lo recogerá.
–Atentamente, DR”
-Francisco Rodríguez… –pensó
Luís– ¿Tendrá alguna relación con el inspector? Esto está lleno de videos VHS
antiguos y cartas, me va a llevar un rato leerlo todo…
En aquel momento, Jacob iluminó
las escaleras del oscuro sótano, el cual estaba lleno de chatarra y trastos
polvorientos. Al otro lado había un generador algo antiguo, tras accionarlo,
todas las luces de la casa se iluminaron al unísono. Luís estaba iluminando una
carta con la linterna mientras esto sucedía, y al ver que ya podía ver con
claridad, la apagó. La luz no iluminaba demasiado, pero si lo justo. Las
bombillas eran tan viejas que habían perdido luminosidad, la única que se
mantenía más potente era la del vestíbulo, al cual se dirigió rápidamente.
-¿¡Jacob…!? –Exclamó desde la
puerta de la habitación, para que pudiera oírlo.
-¡Estoy aquí abajo! –asomó
desde el pasillo del vestíbulo y se dispuso a subir por las escaleras. Pero
entonces las bombillas de la sala soltaron chispas y comenzaron a parpadear.
–Parece que la electricidad no funciona muy bien aquí… ¿Has averiguado algo?
-Un poco, esta mansión
perteneció al hombre que buscamos. Pero parece que vivió otra víctima de
Slender en esta habitación. –Jacob miró de reojo la habitación mientras subía
las escaleras, hasta llegar junto a Luís y entrar. La luz iluminó la habitación
por completo, dejándoles ver un detalle que antes no pudieron percibir.
En la pared opuesta, había
decenas de papeles colgados con garabatos y mensajes mal escritos. “Socorro”,
“ayuda”, entre otros. Había notas con mensajes como “Siempre observa. No tiene
ojos”. Había un garabato de varios árboles y, entre ellos, la figura de Slender
acechando. Otra nota tenía el símbolo de Slender dibujado.
-¿Quien ha hecho estos
dibujos…? –Preguntó Jacob, acercándose para observarlos mejor.
-Francisco Gilbert. Tiene
alguna relación con el inspector, aún no sé cuál exactamente. –Luís se fijó
entonces en el televisor encendido, con la pantalla cubierta de interferencias.
Del cajón donde estaban las cartas tomó un VHS y lo introdujo en un aparato
polvoriento. Tras unos segundos de demora, comenzó a reproducirse la grabación.
La imagen era algo antigua, pero funcionaba bien. Una persona sujetaba la
cámara mientras corría por el bosque nocturno, se oía su respiración alarmada y
sus pasos sobre las hojas secas. Paró en seco y, grabando todo lo que veía,
miró a su alrededor. Se giró para mirar como una neblina que cubría los pies de
los árboles se disipaba. Al volver a girarse la grabación comenzó a fallar,
pero se escuchó el grito de la persona y como gritaba “¡está ahí!” una y otra
vez. Pronto comenzó a correr en dirección contraria. Hasta que el vaho le
cubrió los pies y las interferencias volvieron a cubrir la pantalla mientras
gritaba ante algo que vio frente suyo.
La grabación terminaba en ese
punto. Jacob siguió mirando la pantalla manteniendo los ojos como platos,
incrédulo. Luís se percató y suspiró mientras retiraba la cinta.
-Parece que Slender no quería
ser grabado ni fotografiado. Cuando investigué sobre él como leyenda descubrí
que su presencia altera aparatos eléctricos, por lo que las cámaras no pueden
grabarlo correctamente. Voy a poner otra cinta.
Jacob se sentó sobre la cama
mientras Luís tomaba otra cinta del cajón. Entonces la luz del vestíbulo
chisporroteó y todas las bombillas de la casa parpadearon un corto rato. Tras
ello todo siguió igual, solo que ambos estaban algo intranquilos, notaban el
ambiente tenso y húmedo. Luís puso la cinta y se sentó en la cama. Nada más
empezar una persona grababa a un compañero, estaban cerca de la mansión y
adentrándose en el bosque. Estaba algo oscuro, tal vez un día nublado.
-¿Qué quieres enseñarme, Fran?
–le dijo el compañero. –No será otra de tus historias, ¡estoy harto de que me
metas en todo esto!
-Que no, te juro que esta vez
lo he visto, ¡está aquí! ¡Eres mi hermano, tienes que creerme! –La cámara se
tambaleó levemente, grabando el bosque.
-¡Ya está bien, me vuelvo a
casa! –El otro hombre se dispuso a irse, pero Francisco grabó algo que provocó
interferencias en la cámara y gritó lo más fuerte que sus pulmones permitieron.
Comenzó a correr en dirección contraria, con la cámara colgando de su mano y
tambaleándose. Lo único que se pudo escuchar era el grito de ambos, y como uno
decía, “Corre, Gabriel, corre!” Hasta que se detuvo la grabación.
Jacob, atónito se cubrió la
boca con las manos. Luís en cambio estaba pensativo, notaba algo de fiebre por
el frío, por lo que le costaba pensar con claridad. Hasta que al fin, llegó a
una conclusión lógica.
-“Gabriel” era el nombre del
padre del Inspector Rodríguez. Francisco debió ser su tío.
-¿El Inspector? ¿Qué tiene que
ver el inspector con todo esto?
-Su hermano fue una víctima de Slender
cuando era niño. Por eso él lleva el caso. Pero no te confundas, él no sabe que
Slender existe, aún no sé ni cómo. –Luís meditó unos segundos en silencio,
hasta que notó una presión ardiente en su frente. Apretando los dientes se
cubrió con la mano.
-¿Luís…? ¿¡Te encuentras bien!?
–Jacob se levantó alarmado.
-¡Es…tá… aquí… Nos ha
encontrado…!
Jacob miró detrás de él,
presenciando como Slender se acababa de formar, rodeado de una nube de vapor.
El ser se introdujo en sus mentes con susurros inteligibles y dolorosos, pero
los dos chicos fueron capaces de reaccionar, saliendo de la habitación, no sin
antes tirar los muebles para entretenerlo. Slender sacó sus tentáculos, que se movían
nerviosos y flácidos. Todas las luces de la casa parpadearon por la presencia
del ser, y la instalación eléctrica del vestíbulo explotó, provocando un cortocircuito
que apagó las luces, e incendió la alfombra del segundo piso. Luís y Jacob se
dispusieron a huir bajando las escaleras, pero el dolor de Luís aumentó
teniendo que apoyarse en una barandilla para no caerse.
-¡Luís, ¿a qué esperas!? –Le llamó
Jacob, en las escaleras. Viendo que no reaccionaba, se dispuso a ir a por él,
pero entonces vio los tentáculos de Slender asomando por una de las puertas, y
como el fuego se expandía rápidamente por los muebles y las paredes. El miedo
se apoderó de su cuerpo, incapaz de ir a por su amigo. Se lo pensó todo el
tiempo que su miedo le concedió, hasta que acabó bajando las escaleras con tal
de irse de la mansión, dejando a Luís en el segundo piso, sólo.
Los cables de toda la casa
empezaron a soltar chispas, provocando fuegos aislados por diferentes salas,
que poco a poco se iban uniendo para cubrir todo el edificio. Luís hizo todo lo posible para moverse,
notando los susurros de Slender en su cerebro, debilitándolo cada vez más y
más, mientras el ser se acercaba a él lentamente, preparando un tentáculo bien
tenso. Luís luchó por resistirse, intentando deslizar su mano bajo su chaqueta.
Cuando Slender ya casi estaba encima suyo sacó el revólver, quitó el seguro y
disparó contra su cabeza. Inmediatamente los susurros desaparecieron y el ser
se quedó inmovilizado mientras se regeneraba. Luís bajó las escaleras, apoyándose
en la barandilla, hasta que esta cedió y se cayó a un lado. Rodeado de llamas,
herido y en el suelo, trató de levantarse mientras tosía a causa del humo.
Slender se acabó de regenerar y miró desde el segundo piso a su víctima.
Ayudado por sus tentáculos, bajó por la pared, siembre manteniendo sus piernas
juntas y sus brazos bajos. Una vez en el primer piso, Luís acabó de levantarse
y agarró una tabla de madera en llamas y golpeó a Slender en la cabeza una y
otra vez. Cada golpe provocaba un grito paranormal del ser, como un gemido
agudo y vibrante. El ser trató de protegerse con las manos, pero el fuego se
las quemó. Hasta que decidió agarrarlo con los tentáculos, los cuales se
enredaron en la tabla. Hubo un forcejeo entre ambos, pero Slender tenía
ventaja, y sus tentáculos comenzaban a enredar a Luís por todos lados. Hasta
que la madera del piso superior cedió, cayendo un pesado armario sobre Slender,
dejándolo inmovilizado. Soltando un gemido de dolor soltó a Luís, quien arrastrándose
de espaldas trató de huir. Slender no se dio por vencido, no iba a permitir que
escapara una sola víctima, así que en un último esfuerzo lanzó un tentáculo
contra su pie, aferrándose. Luís tambaleó el pie tratando de librarse de él,
pero el tentáculo se enrollaba lentamente por su pie, comenzando a cubrir la
pierna. El humo envenenaba a Luís por momentos y las fuerzas se le acababan, no
podría aguantar mucho más. Tal vez su hora había llegado. Había logrado poner a
la nueva víctima a salvo y había resuelto el enigma sobre el pasado de Slender.
Su papel en esta historia había terminado, ahora todo dependía de Jacob, él
debía acabar con el macabro juego de Slender.
Luís comenzó a cerrar los ojos
y se dejó arrastrar por el tentáculo, cuando vio entre las llamas y el humo un
cuerpo acercándose. Jacob sacó de su bolsillo una navaja y cortó de cuajo el
tentáculo, provocando otro grito de dolor. Levantó a Luís y le ayudó a moverse
hacia la salida, apartando tablones y muebles ardientes. Hasta que lograron
salir de la mansión tirando abajo la puerta. Tan rápido como sus cansadas
piernas les permitieron, subieron al coche. Luís todavía tosía y jadeaba, pero
pudo decir un “gracias” seco.
-Siento haberme ido, pero no
sabía qué hacer. Ahora que le hemos vencido ya puedes descansar.
-No… -Dijo Luís, arrancando el
coche –No le hemos vencido. No tenemos mucho tiempo antes de que Slender se escabulle
y nos ataque de nuevo, debemos irnos ya.
-Pero estás muy débil…
-No importa… nos queda todavía
un trecho de camino y no podemos gastar más tiempo.
Luís aceleró y comenzaron a
alejarse de la mansión por el camino. La casa estaba completamente en llamas,
hasta que definitivamente se derrumbó por completo. Las grabaciones y las
cartas con ella. Pero entre el humo que desprendían los restos llameantes, una
nube de vapor se desplazaba rápido entre los árboles, dejando un rastro de
neblina.
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